Los personajes de “El Chavo del 8” marcaron la infancia de varias generaciones de mexicanos y latinoamericanos, los actores siempre recordaron con mucho cariño la producción de Chespirito que comenzó a transmitirse en 1973 y terminó en 1980. Los años pasaron y hasta el día de hoy, son muchos los recuerdos y anécdotas que se vuelven a colar en los medios.
Uno de ellos pertenece a la esfera más triste del rodaje, a la de la muerte. Y es que en plena grabación de “El Chavo del 8” se produjo el fallecimiento de uno de los actores: Raúl “Chato” Padilla . El artista nacido en el pueblo de Tangamandapio en ese entonces encarnaba al personaje “Jaimito, el cartero”.
El personaje interpretado por “Chato” Padilla vestía siempre un traje y sombrero gris, portaba un tierno bigote y llevaba gafas. Además, su vestimenta se complementaba por un pañuelo y su clásica cartera, donde llevaba las cartas colgadas de su brazo. Siempre llevó en su corazón a su lugar de nacimiento, por eso es que, junto con la frase “Es que quiero evitar la fatiga”, en varias ocasiones se lo escuchó decir: “Tangamandapio, es mi pueblo natal, un hermoso pueblito con crepúsculos arrebolados…”. Claro que la frase siempre se interrumpía por algún otro personaje a propósito.
"Jaimito, el cartero" en la vecindad de "El Chavo". Fuente: Instagram @chavesdenovo
Fue el mismo Roberto Gómez Bolaños quien encontró a su colega de profesión fallecido en uno de los escenarios que se utilizaban para rodar “El Chavo del 8”. Ese día fue el 3 de febrero de 1994 y tanto Padilla como “Jaimito, el cartero”, murieron a los 75 años. El artista también había participado de otras producciones de Chespirito como la película “El Chanfle”.
La estatua en homenaje a "Jaimito, el cartero". Fuente: Instagram @mexicoatravesdeunalente
Raúl tiene uno de sus homenajes para toda la vida en su pueblo natal, en Tangamandapio. Allí se instauró una estatua que lo recuerda y lo conmemora por haber hecho conocido a su lugar de nacimiento y sus habitantes. La muerte de “Jaimito, el cartero” se debió a la diabetes que tenía hace varios años. En una de sus biografías y escritos, Roberto Gómez Bolaños lo recuerda:
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“Después de grabar lo estuve esperando en la escalera para demostrarle que yo también podía brincar desde el quinto escalón de la escalera. Pero no bajaba”, fue parte de lo que escribió Chespirito. “Entonces subí para ver si le pasaba algo y lo que pasaba es que ya estaba muerto. Tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo. Hasta parecía que estaba soñando algo bonito, tenía cara de estar contento”, fue la tierna comparación que hizo el comediante.
Pero siempre fiel a su estilo de humor, el comediante agregó: “Pero no puede ser, porque ni modo que le diera gusto morirse. O quién sabe, porque Jaimito siempre decía que quería evitar la fatiga… O sea que ya evitó la fatiga para siempre”.