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Mujer de mirada profunda, mujer de colores, mujer enamorada de la vida y del amor. Así se recuerda de joven la actriz Eugenia Cauduro.
Fue imagen de Televisa en la campaña “Una estrella más del Canal de las Estrellas” a finales de los años 80, en la que se le veía caminando entre alebrijes o en zonas arqueológicas; también fue solicitada como imagen de diversas campañas que la motivaron a saltar de modelo a actriz.
Florinda Meza le dio su primer protagónico en la telenovela Alguna vez tendremos alas (1997), y de allí vino una carrera en ascenso con protagónicos en Una luz en el camino (1998), Nunca te olvidaré (1999), El precio de tu amor (2000), entre otras.
Luego de ser de los rostros más populares y discretos del medio, el término de una relación importante, de la que nacieron sus dos hijos, la llevó a una depresión silenciosa y profunda que la tumbó una década.
“Cuando descubrí que tenía depresión me dolió muchísimo porque se me fue una década de mi vida, son muchos años de no tener una relación, una pareja, de perder el gusto por mi propia vida. Apenas estoy reencontrándome, llevo un proceso de dos años y ¿sabes qué?, también esto me permitió entender la historia tan fuerte que puede haber detrás de una mujer con sobrepeso”, dijo a EL UNIVERSAL.
Su mundo se volvió blanco y negro, sólo sus hijos le daban luz y color y con eso le bastaba, pero un día, al verse en el espejo, no se reconoció. No era esa en la que quería convertirse: la mujer solitaria, la mujer solamente madre, la mujer sin ganas de tocar el saxofón, la mujer a la que le dio igual pasar de la talla 7 a la 14, sin ganas de enamorarse. Entonces se armó de valor y fue a terapia.
“Algo bien fuerte que salió en terapia es que esos 30 kilos que subí fueron una manera de rechazar, porque yo siempre fui una mujer muy pretendida, fue mi manera de cerrar la puerta y decir: ahorita aquí no. Tengo 10 años de no tener pareja, cuando toda mi vida fui una enamorada del amor, desde primaria tuve novio y tuve parejas increíbles, no puedo hablarte mal de ninguna ex pareja o amante”, comentó.
Su físico también cambió, así como los personajes que le daban en televisión, pero ella no lo ve mal.
“Mi tipo no se prestaría a ser servidumbre si yo no hubiera engordado, pero gracias a eso pude interpretar otros personajes como a Lolita en Abismo de pasión, o a Teresa en Hijas de la luna un tipo de empleada doméstica que venía de pueblo”.
Hace un año y medio, después de 29 años, Televisa le retiró la exclusividad, lo que también significó otro gran cambio, porque ella es el pilar de su familia. Pese a que ha seguido colaborando en algunos programas unitarios, Eugenia hoy tiene un objetivo: compartir su experiencia de vida en un libro que pueda ayudar a más mujeres que han pasado lo que ella.
“Quienes me conocen realmente dicen que lo haga porque tengo las dos partes: en algún momento fui una mujer físicamente muy aceptable, eso me llevó a hacer muchas cosas en la moda, en la publicidad y, de repente, toqué el extremo, aunque aprendí también que cuando me liberé de un cuerpo perfecto fui muy feliz en muchos sentidos”.
Escribir también fue un reto, una forma de volver a creer en ella.
“Llevo un año escribiendo, tengo ya visualizada una editorial que está interesada en publicarme y yo quisiera que este mismo año ya se concretara todo”, agregó.
En cuanto al amor, dice que sí, ya puede ser. “Me gustaría enamorarme otra vez. Creo que ya estoy lista, una tiene que trabajar en una misma todos los días”.