“¡Estoy de regreso, México! ¡Estoy de regreso!”, gritó un insistente; dos veces, para reiterar que lo ocurrido anoche en el inicio de conciertos del nuevo Estadio GNP no era un sueño, sino el inicio de una aventura musical.

, pedía en inglés y el público le contestaba “party”.

Cuando todavía era el Foro Sol, esas muestras de afecto eran correspondidas con luces del público, era una atmósfera enfocada en el artista y sus fans que correspondían con baile, grItos o celulares.

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Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal
Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal

Pero eso cambió este 8 de agosto cuando el artista y sus 65 mil espectadores gozaron de un impulso extra que incluyó el confort del nuevo embutacado, luces LED, máquinas de humo y pantallas de alta definición que ofrecieron un espectáculo visual que no se había presenciado antes en el recinto.

La oscuridad que permeaba en el estadio cedió a causa de la intensa iluminación que dotó amplitud a las gradas y permitió que el público se tomara fotografías y se desplazara entre las filas sin la necesidad de encender sus celulares.

Una vez que Bruno salió a la tarima (a las 21:36 horas), tras una densa cortina roja, además de ser protagonista, se alzó como un espectador de la producción. Ese brillo hizo que el de Bruno se hiciese más intenso: con fuegos artificiales, pero sobre todo, con el movimiento de caderas que prendió al público de principio a fin.

“24K magic” fue el primer tema que interpretó el estadounidense, con una producción propia imponente por igual. Pero nada sobrepasó la intensidad de Bruno en el escenario, que sólo sonriendo, con su característico cabello afro y una pañoleta, fue suficiente para poner al público en sintonía.

Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal
Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal

Sus palabras terminaron por provocar la explosión de su gente, acompañadas por fuegos artificiales detrás del escenario y el movimiento de caderas, rodillas y tobillos de Mars; todo ello recibió como respuesta el grito del público.

“Es genial estar de nuevo con ustedes, ¡arriba las palmas!”, gritó nuevamente para cantar entonces “Finesse” y después poner a todos a cantar a tono de “Treasure”.

Los fans de Bruno pudieron disfrutar de una orquesta completa, con trompetas, trombones y batería coordinadas a la voz del artista que, de pronto agresivo, tomó la guitarra eléctrica y, con su peinado y banda en la cabeza que emulaba a Jimi Hendrix, presumió solos y riffs antes de volver a su identidad popera y continuar cantando con “Liquor store blues”.

En este tema, y con un bajo rítmico predominante, colocó ritmos de reggae que pusieron a bailar al propio Mars, quien brincaba con tintes también de conocer la forma de bailar de Bob Marley.

Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal
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Noche íntima

No todo fue luz. La oscuridad también se hizo presente al pasar la noche, con una atmósfera más íntima templada por el entusiasmo del público que coreaba: “Bruno, Bruno, Bruno”, provocando la respuesta del cantante con una sonrisa, el cual pedía a sus músicos detenerse para mirarlos de un lado al otro.

Desde el funk, pasando por el pop más clásico, hasta el reggae, con sintetizadores que alteraban las guitarras y las percusiones, Bruno presumió de ser experto no sólo con su voz, sino en coreografías con “Calling all my lovelies”.

La noche prometía más con temas como “Marry you”, “Grenede”, “Talking to the moon” y las más esperadas, “Just the way you are” y “Uptouwn funk”.

Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal
Fotos: Luis Camacho y Jorge Emilio Sánchez | El Universal
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