“Buenas noches pend…”, exclamó amigablemente y en español el vocalista Tom DeLonge en su primera interpelación con la gente, que respondió con un grito conjunto.

Las notas de “Así habló Zaratrusta” fueron las encargadas de dar la bienvenida a la, que echó mano de una pantalla gigante central y dos a los lados, para ser vista de cerca.

Barker tuvo un breve solo demostrando estar listo para la velada, siendo vitoreado cada que se proyectaba su figura, a lo que el respondió con un saludo de agradecimiento.

“Es una noche grandiosa, me gusta”, siguió DeLonge.

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Para “The rock show” las imágenes reprodujeron el interior de una cárcel de caricatura con todos bailando y en “Dumpweed” lo mismo un austero comedor que la animación de una enfermera lista para practicar un examen rectal.

Aliens exist” fue acompañada por rayos láser lanzados desde el escenario, mientras se proyectaba en pantalla un ovni cambiante en su tamaño.

El público era, en las filas más cercanas al escenario, un mosaico de tatuajes. Varios presumían sus brazos o pecho con alguna figura impresa, resaltando alguien que llegó con una máscara de conejo (simbolo del grupo californiano) pese a los 25 grados que el termómetro marcaba de temperatura.

Otros lucían la playera alusiva de la noche recién adquirida a más de 100 pesos en los puestos externos al Domo de Cobre y varios más con cerveza en mano daban pequeños saltos sobre su lugar, cuidando no tirar nada de sus bebidas.

Y en la zona B de pronto comenzaron algunos fans a levantar algunos marcianos de plástico transparente que “bailaban” con las canciones.

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Llegó un momento apagaron las luces y se pidió a todos encender la luz de su teléfono celular y el interior del Palacio se iluminó como si fuera de día.

La nostalgia se apoderó del recinto con “I miss you”, volviendo los juegos de láser con “Always” y la pirotecnia en “Firts date” que enloquecieron a los asistentes.

Así que cuando arribó el turno de “All the small things” la apoteosis de ese público que esperó por 11 meses explotó: casi nadie quedó sentado, los puños se elevaron y la canción se escuchó a más de 15 mil voces al unísono.

La primera de cuatro noches en el Palacio acabó con una bandera de México siendo portada sobre el escenario. Y Blink-182 no solo cumplió con su compromiso del año pasado, sino que acabó con una sequía en la Ciudad de México, donde no se presentaba desde 2004.

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