Morir no era su temor, sino cómo sería ese momento. Benito Castro tenía un deseo: “morir de volada”, y si era en el lugar en el que ha pasado mayor parte de su vida, el escenario, mucho mejor.
“Si puede ser arriba de un escenario mejor, eso sería maravilloso, morir en el escenario”, aseguró recientemente Castro en entrevista con EL UNIVERSAL.
Ayer, el comediante e integrante del grupo los Hermanos Castro falleció en un accidente en su casa. Tenía 77 años.
“Tuvo un accidente, se cayó de las escaleras de la casa y no resistió. Queremos hacerle un homenaje como se lo merece”, confirmó su hija Deborah a este diario.
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Benito Castro supo desde pequeño que su vida la dedicaría a los escenarios y así lo hizo hasta sus últimos días. No era para menos, por sus venas corría la sangre del comediante mexicano Arturo “El bigotón” Castro, su padre, y Rosaura Hernández, su madre, así como un legado familiar que incluyó al músico Gualberto Castro, su primo.
Desde que a mediados de los años 60, cuando tenía 14 años, probó por primera vez lo que significaba estar frente al público como comodín del grupo Los hermanos Castro, Benito se encargó de construir su carrera y hacerse de su propio nombre con el que fue abrazado por el público.
Entre sus trabajos más destacados, en el emblemático programa La carabina de Ambrosio, durante los años 70 y 80, Castro nos regaló el personaje de Kin Kin de Acapulco, mientras que ya entrada la década de los 90 se convirtió en el Papiringo de María Elena Saldaña, en La güereja y algo más.
“Era un monstruo en la escena”, comparte su amigo, el actor Carlos Bonavides, con quien hace apenas dos fines de semana había terminado temporada de teatro con la obra ¿Por qué será que las queremos tanto?
Pero aunque estaban por anunciarse nuevas fechas de la puesta en escena en la que compartía créditos con Bonavides, César Bono y Luis de Alba, Benito ya no pudo ofrecer una función más.
Consciente de que a todos nos espera el mismo destino, Castro, quien tuvo tres hijos, Benito, María José y Deborah, aseguraba que morir “es algo normal, es como nacer”. Como hombre de fe, el que fuera el último integrante del grupo Los hermanos Castro pensaba que debía portarse correctamente y no hacerle daño a nadie para ser merecedor de la gloria de Dios.
“No le tengo miedo a la muerte, le tengo respeto, por eso me cuido. Por eso me atiendo médicamente y procuro estar en buen estado de salud, para no tener una muerte dramática de meses en el hospital”, dijo a este diario.
El actor, quien recientemente había aparecido en el programa Albertano contra los mostros, se veía en perfecto estado de salud, recuerda Carlos Bonavides, pues, por ejemplo, era el único que bailaba en la obra que compartían. Sin embargo ante su despedida destaca:
“El legado más grande que deja es el ejemplo de hermandad, compañerismo, profesionalismo, el ejemplo de lo que es un verdadero grande, con su sencillez, amabilidad, su acercamiento al pueblo. Deja un ejemplo para todos los compañeros de lo que debe ser un profesional auténtico, deja un legado en la música”, asegura.
Hoy será despedido en una funeraria en la CDMX.