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“¡Eres la ver...!”, “¡Canta ‘Cholo Story’!, “¡Señora vudú!’ Todos quieren que Palomas los complazca con una canción, todos alzan los vasos de cerveza para brindar cuando en el escenario, entre sus músicos, el cantautor se empina la botella de tequila. Qué mejor fiesta que esa que pasa allí, qué mejor que brindar con los amigos.
En un Lunario a reventar el viernes, Armando Palomas no sólo se reunió con su público, también con amigos músicos a los que invitó al escenario, entre ellos Jaime López, Rubén Albarrán, Frino y La Mula de Sietes, Rafael Catana, José Cruz y Lalo Gameros.
A las 21:00 horas, el cantautor ya estaba prendiendo a la gente, celebrando su concierto número mil 700, haciéndolos cantar a todo lo que da los temas que se saben de principio a fin, con los que se identifican, que los han acompañado.
En la primera parte sonaron canciones como “Para qué pedías amor si ya teníamos los besos”, “El corazón no se arruga” y “Payaso de rodeo” que, por cierto, pidió bailar pero con tanta gente fue casi imposible hacerlo.
Poco después de subir la energía en el lugar con toques de ska, mambo y rock, el músico pasó a canciones más tranquilas, entre ellas “Apocalíptica canción de amor”, que escribió para su hijo Emiliano (incluida en su disco Jiménez Old fashion).
“Gracias por su amistad, por su invaluable confianza, ustedes son parte de esta canción. Gracias a mi hijo por haberme inspirado este tema”, dijo. Cuando la entonó, en las pantallas del lugar aparecieron las fotografías de Catana, José Cruz, Chava Rock y Chelico.
Le siguieron “Crónica de una serenata equivocada” y “Nombril de la Mort”. Algunos, más identificados con el Palomas explosivo, reclamaron el cambio de ritmo, pero también cantaron con él y se unieron en un gran coro para acompañarlo en “Hasta el fondo del zaguán”, donde tuvo como invitada a la saxofonista Silvia Montemayor.
Más adelante apareció Rubén Albarrán para cantar “Un danzón para el Sansón”. Con Jaime López bailó y cantó "Riachuelos mentales" y con La Mula de Sietes “Signos Vitales”.
Bromista y malhablado, Armando Palomas puso en la mente los asistentes distintas imágenes gracias a sus letras, imágenes cotidianas, cómicas, trágicas, historias que tienen que ver con lo que ocurre en el país; instantáneas sobre adicciones, amor y desamor que han rodado por mil 700 conciertos durante casi 30 años. El concierto fue grabado para compartirlo más adelante con el público.
Para despedirse, después de las 23 horas, los invitados de Palomas subieron al escenario para cantar Chilanga Banda.
"Quiero estar vivo para seguir haciendo más canciones", dijo el artista previo a su concierto, ya que ha sido un hombre de excesos pero le ha llegado el momento de dosificar el asunto.