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Acapulco.— “Este mundo es muy bonito, pero aquí estamos de paso. Haz de cuenta que la vida te la sirven en un vaso”, sonó la letra de una canción en la habitación de Andrés García.
Su esposa, Margarita Portillo, había colocado una bocina cerca de ellos; sería la última noche que pasaría con su pareja de más de 20 años. Ahí, a solas, escuchando “Casquillos de mi cuerno”.
El actor había pedido que sonara el tema de Germán Lizárraga en su lecho de muerte; ese y otro romántico, “Devuélveme el corazón” de Julio Jaramillo:
“El corazón que una noche muy confiado te entregué... en pedazos no lo quiero, te puedes quedar con él”.
Entonces, recostada junto a él, su esposa le dijo: “Fíjate que hay cientos que te están mandando su cariño y están orando por ti, te han escrito desde muchas partes de los EU, México, España y Marruecos”. Justo en ese momento, contó, fue cuando dejó de respirar "en completa paz, cosa que agradezco mucho a Dios".
Andrés había estado dormido dos días, el domingo pasado le había tranquilizado haber recibido los santos óleos: “Le di las gracias, y diciéndole a la vida que habíamos vivido tan divertida”, recordó ayer durante el velorio.
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Margarita se mostró conmovida en el funeral que se realizó ayer en Acapulco. Por momentos tuvo tiempo para atender a los medios de comunicación y al propio Leonardo García, hijo de Andrés.
Ambos custodiaron el féretro del actor en torno a las 15:00 horas, cuando se ofreció una misa en la que el común denominador fue honrar la memoria del actor, más allá de las diferencias personales pues, según detalló ella, hubo una separación marcada entre el histrión y sus tres hijos.
“Él era de carácter fuerte, yo también, pero el amor siempre estuvo y seguirá”, dijo Leonardo al llegar al lugar.
No hubo grandes discursos, más bien silencio para escuchar las palabras del sacerdote. Leonardo incluso se mostró aliviado: “Me da gusto que haya descansado, porque de verdad él ya estaba sufriendo demasiado”.
Margarita, más en negación, aseguró que perdonaría cualquier falta del actor, a quien amó mucho y que ya fue perdonado por Dios con los santos óleos.