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Al cantante Andrea Bocelli le llovieron las criticas hace meses por lamentar el confinamiento de la pandemia, unas palabras que cree sacadas de contexto: "Era absurdo tacharme de negacionista", explica en una conversación con con motivo de la inauguración de la sede de su fundación en Florencia (norte).
"Quizá me expresé en un modo inadecuado o insuficiente por razones de tiempo, porque quería decir muchas cosas en pocos minutos, no siempre es fácil", reconoce el cantante italiano al teléfono.
Todo ocurrió en julio, en un evento en el Senado sobre coronavirus y ciencia. Ante los asistentes, entre ellos el ultraderechista Matteo Salvini, aseguró sentirse "humillado y ofendido" por la prohibición de salir de casa y confesó haberla desobedecido.
"Era absurdo definirme como negacionista porque yo en primer lugar había pasado por el covid, naturalmente", insiste, tajante.
El tenor, de 62 años, conocía perfectamente la existencia del patógeno, pues en su casa todos menos su esposa Veronica Berti lo padecieron, aunque él fue asintomático y sus hijos solo tuvieron unas décimas de fiebre sin demasiada importancia.
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Además, a lo largo de esta crisis sanitaria ha echado una mano con su fundación: "Hemos llevado ayuda y tratado de hacer lo que debíamos en el momento más duro de la emergencia, con el confinamiento (de la primavera). Nos pusimos en marcha", subraya.
Bocelli aclaró después lo que trataba de expresar pero las palabras vuelan y la polémica corrió como la pólvora, especialmente en internet: "Lo que se dijo en las redes sociales y se escribió era una equivocación terrible", lamenta.
Sobre todo porque, asegura, él ni es ni conoce a ningún negacionista: "Negar la evidencia es un accidente intelectual, quien niega una evidencia necesita un psicólogo", zanja.
A toro pasado, el cantante acudió este viernes a la capital de su Toscana natal para inaugurar la sede de la Andrea Bocelli Foundation (ABF), en la segunda planta de un impresionante edificio barroco en el corazón de la ciudad que ha rescatado del abandono y restaurado.
Abrirá sus puertas el próximo domingo, Día Internacional de la Educación, y será el epicentro de una fundación que cumple este año su primera década de vida y que decidió crear en 2011 después de asistir con horror al terremoto de Haití de un año antes.
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ABF se dedica a ayudar a personas con dificultades para vivir por las enfermedades, la pobreza o la marginalidad social, promoviendo y apoyando proyectos nacionales e internacionales que les permitan superar esas barreras y explotar todo su potencial.
Desde su nacimiento ha construido nueve escuelas en Haití e Italia gracias a 36 millones de euros, ofreciendo educación a más de 3.500 estudiantes, e impulsó proyectos para proporcionar agua y medicina a más de 400.000 personas desfavorecidas, entre otros proyectos.
El cantante vive con "gran satisfacción" la inauguración del nuevo cuartel general en el complejo San Firenze, a las espaldas del Palacio Vecchio, sede del ayuntamiento florentino.
"Es un lugar maravilloso, sin duda será de inspiración para todos aquellos que por diversas razones, por trabajo o turismo, llegarán y esperamos que desde esta sede nazcan y se realicen muchos proyectos concretos", apunta, a modo de augurio.
Bocelli hace hincapié en esa última palabra porque asegura que en estos años, los resultados de su fundación son tangibles. Basta pensar por ejemplo en las escuelas que dio a las zonas arrasadas por los terremotos en Italia, como la de música de Camerino (centro).
Superados los diez años de historia de su fundación, Bocelli no se atreve a vaticinar cómo será el futuro, pero lo que sí espera es que se pueda salir "lo más rápidamente posible" de esta pandemia, que la gente "vuelva a hallar la serenidad, la confianza y sus certezas".
Pues, advierte, en estos momentos "la situación es dramática para muchas" personas que "han tenido que cerrar sus negocios y perdido su única fuente de renta".
También su organización sufrió alguna ralentización por razones técnicas y logísticas derivada de la crisis sanitaria, pero en cualquier caso se ha logrado culminar los proyectos en curso.
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