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Joanna tiene el corazón roto y el universo se lo restriega en cada esquina. Por si fuera poco, aceptó acompañar a su amiga a un concierto romántico, el de Susana Zabaleta y Margarita, La Diosa de la Cumbia. Ya en su lugar, le reprochó pero total, ya están allí y la otra le agradece. La abraza.

Las mesitas redondas del Lunario, apretadísimas, impedían cualquier intento de romance. Zabaleta apareció después de las 21:00 horas y presentó a los músicos yucatecos que las acompañarían esa noche, Los Juglares. Todos aplaudieron, gritaron y se apuraron a terminar la comida ya a oscuras.

“¡Te esperaré mi amor, yo quiero estar contigo, te esperaré!”, comenzaron a cantar totalmente ajenos al filito de su voz enterrándose en los corazones rotos allí dentro o de los corazones duros, como la pareja de al lado que por nada se inmutó. No hubo ninguna complicidad entre ellos.

Más tarde Susana le echó más sal a la herida al cantar “Hay que saber perder”.

Dos mesas adelante, un grupo de amigas cantaba y hablaba alto. ¿Víctimas del mismo mal? Quién sabe. En eso, Susana cantó “Cien años” y todos la acompañaron.

Margarita, aunque Diosa de la Cumbia, llevaba el dedito del pie fracturado porque se le cayó el iPad. Lo bueno es que pudo darle vuelo a un deseo reprimido: ser cantante de bolero una noche.

Compartió con la audiencia sus matrimonios fallidos, que afortunadamente, dijo, no mataron su fe en el amor. Susana bromeó sobre el amor pero se tomó un momento de seriedad para agradecer a su mamá, por nutrir su esencia.

A diferencia de la pareja que nunca se miró, había otra al lado que aprovechaba cualquier estrofa para darse besos de piquito.

Joanna, abrazada por su amiga a ratos, se gastó el set list en una montaña rusa de emociones que iba de los buenos recuerdos, con los que hasta cantaba, a los suspiros y luego el silencio total mientras Zabaleta entonaba “Cuando un amor se va, qué desesperación, cuando un cariño vuela nada consuela mi corazón…”

Ambas salieron del lugar poco después de las 23:00 horas, sí, con el corazón roto, pero no solas.

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