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Como alumna, recuerda la actriz Adriana Barraza, era tímida, pero al mismo tiempo alguien que le gustaba hacer payasadas.
“Ya cuando adolescente, hablaba mucho. Cuando no iba a la escuela se notaba, porque era la que hablaba”, narra.
Como maestra, profesión que ha abrazado desde hace 50 años, la nominada al Oscar por su participación en la película Babel se describe como una persona que observa a sus alumnos.
“Soy de: usted no hable, me sé todos los trucos, no copie”, dice bromista.
Las “confesiones” no son gratuitas, porque desde este fin de semana a la actriz se le verá en la película El último vagón, disponible en Netflix, donde interpreta a una profesora rural quien ve en cada uno de los alumnos el potencial que llevan consigo.
Bajo la dirección de Ernesto Contreras (Sueño en otro idioma y Belascoarán), la cinta está basada en la novela homónima de Ángeles Doñate.
Sigue a un pequeño (Kaarlo Isaacs) hijo de un obrero de ferrocarril, quien descubre junto con otros compañeros lo maravillosa que puede ser la vida.
La crítica literaria ha considerado a El último vagón como una oda a los maestros comprometidos con la enseñanza.
“Aquí no es una película sobre ella, pero es mi homenaje personal a los maestros que creo son una figura poco tocada (en el cine), aunque hay de todas maneras películas donde están por ahí. Esta maestra (su personaje) puede leer la vida de una almita tan tiernita y sacar lo mejor.
“Soy maestra desde hace 50 años y siempre he creído que el alumno, aunque esté en un grupo, tiene necesidades especiales, así que este que les habla así, de verdad es de corazón”.
El último vagón se filmó el año pasado en locaciones de Tlaxcala, Puebla y Veracruz. Para Contreras fue la primera vez en trabajar con niños y un perro, mascota del protagonista.
A dos de los niños principales los encontró en un extenso casting entre actores naturales.
“Aquí la cosa fue cómo entrar, comunicarme con ellos. Dicen que cuando hay niños es como un juego, pero no, son señores y actrices profesionales que entran en la mística y yo, que soy un enamorado de los animalitos, la pasé bien”.
El realizador es hijo de una maestra y, por ende, señala, fue un nerd en la escuela.
La historia es una manera, dice, de dar reconocimiento a esos héroes anónimos en la vida de las personas.
“Las películas muestran una realidad y uno puede hacer denuncia, pero hay otra forma que es mostrar una realidad de forma que te sea instructiva, no panfletaria y aquí, cuando pones a un niño en ese contexto, lo entiendes más” señala Barraza.