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Durante cuatro meses del año 1992, Sean Connery vivió en Catemaco, Veracruz , considerada tierra de brujos en México.
Y llegó con miedo al saber que estaría en la selva, así que mandó traer un tráiler con comida congelada.
El actor nacido en Edimburgo, Escocia , había aceptado protagonizar lo que en cartelera se llamaría El curandero (Medicine man), una historia ubicada en las Amazonas en donde los personajes debían elegir entre negocios, ciencia y amor.
“Se trajo al cocinero de Arnold (Schwarzwenegger) , un gran tráiler y al final todo se tuvo que tirar, porque siempre comió con nosotros en el catering; en las noches se iba solo al pueblo a caminar y se daba cuenta que la gente lo reconocía, con mucho respeto, no lo atacaban o le quitaban la camisa”, cuenta Anna Roth , directora de producción en el proyecto.
“Estuvo bien y tranquilo, ya cuando se regresó dijo qué horror la selva, las arañas, las tarántulas, pero creo también era buscando publicidad (para el filme), pues no se quejó aquí de casi nada”, agrega.
Ayer Connery, el eterno James Bond , murió a los 90 años de edad, en Nassau, Bahamas , donde estuvo acompañado por su familia.
“Un día triste para todos los que conocían y querían a mi padre, y una triste pérdida para la gente que disfrutó del don maravilloso que tuvo como actor”, señaló su hijo Jason, agregando que el actor estaba mal en salud desde hacía tiempo.
Hijo de un camionero y una limpiadora, el ganador del Oscar por Los intocables concretó una filmografía cercana al centenar de películas y series de tv, entre ellas El nombre de la rosa, La liga fantástica y La roca.
El curandero se filmó en Veracruz. La ficción es en las Amazonas.
Su carrera se vio impulsada cuando en 1962 protagonizó El satánico Dr. No, primera de siete películas como el agente 007, incluyendo Operación trueno y Sólo se vive dos veces.
El gran asalto al tren, Indiana Jones y la última cruzada y La caza al Octubre rojo se enlistan en su trabajo actoral, del cual se retiró en 2006 y de la vida pública en 2011, para vivir en la Bahamas. En el año 2000, durante su nombramiento como Caballero en Ingletarra, lució la tradicional falda escocesa significando sus orígenes.
Roth, quien ha trabajado en filmes como Titanic y Hombre en llamas, recuerda que Sean convivía con todos.
Durante la segunda semana de rodaje de El curandero, el actor decidió hacer una fiesta en la residencia que le rentaban, pero nadie se atrevía a ir sin invitación previa.
Para el largometraje, detalla, se habían contratado a 160 indígenas originarios de la selva amazónica y, sin la citada invitación, llegaron al festejo.
“Llegaron todos y me acuerdo de Sean con los niños en la alberca, divirtiéndose, estuvo muy padre, para mí esa vez los brasileños nos dieron grandes lecciones de vida”, recalca.
Para Roth, Connery transmitía bondad con los ojos y patentaba el profesionalismo. Así quedó demostrado cuando, durante el rodaje, un hotel de Puerto Vallarta invitó al actor para inaugurar un torneo de golf con su nombre.
La productora pidió se le enviara un fax con la información y tan pronto llegó, ella se lo entregó al histrión. En algún momento, él se acercó y le dijo que ella no quería que asistiera.
“Le dije ¿por qué no? y respondió, si tú me dejas salir de aquí, no vuelvo”.
Connery y sus andanzas en México.
Pero la audición que le cambió la vida fue en 1962; los productores estadounidenses Albert “Cubby” Broccoli y Harry Saltzman adquirieron los derechos de una serie de novelas de aventura y espionaje de posguerra del autor Ian Fleming.
Sin una prueba de cámara, eligieron al actor citando su porte de “hombre apuesto, siniestro y cruel”, combinación perfecta de cómo Fleming describía a Bond.
*Con información de agencias