A Luis Eduardo Aute no hay que sepultarlo. Sería injusto porque en vida, él nunca sepultó sus utopías.
Escribía a pesar de que era doloroso. Pintaba a pesar de que su mayor fama era la de cantautor. Hacía la revolución a pesar de la Iglesia, de la caída del Muro de Berlín, del desmoronamiento de la Cuba de Fidel Castro y a pesar de las fantasías sensuales que nunca cumplió.
Aute murió ayer en Madrid, cuatro años después de su retiro de los escenarios, debido a un infarto.
El cantautor, pintor, escultor, poeta y cineasta tenía 76 años y estaba en un hospital en el que ingresó el jueves. Su familia desconoce si su deceso se relaciona al coronavirus.
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Lo que sí se sabe es que todavía era un niño cuando descubrió su primera utopía: Marilyn Monroe
“Marilyn fue un descubrimiento en mi infancia. Cuando la vi en una película (Niágara) descubrí por primera vez la libido”, platicó en 2007 en entrevista con EL UNIVERSAL.
Al mismo tiempo descubrió su nemésis: el castigo divino.
“De regreso a casa después de la función me encontré con una foto de Monroe con traje de baño y yo tuve una urgencia de verla desnuda. Con lápiz y un poco de pintura blanca la desnudé y la metí en el libro de geografía.
“Al día siguiente, en la escuela, se me cayó al piso y mi compañero de pupitre se la dio al cura del colegio, quien me regañó públicamente como si fuera yo un criminal. Así que mi descubrimiento del placer se relacionó automáticamente con el castigo. Esa contradicción subyace en muchas de mis canciones y poemas; lamentablemente sexo y castigo están juntos”.
Así vivió Aute: entre el gozo y el suplicio, dedicado lo mismo a la hoja en blanco (“Pasaba por aquí”, “Alevosía”, “Sin tu latido”) que al lienzo (“Dedos virginales”, “Dulces estertores”) porque como pintor alcanzó los mismos niveles de Belleza (para citar el título de su segunda canción más popular, que lo fue gracias a la interpretación de Miguel Bosé).
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Empezó a pintar a los 17 años, casi al mismo tiempo que debutaba como cantautor en el programa de Televisión Española Salto a la fama.
Su pintura es principalmente figurativa, aunque en algún momento rozó la abstracción. Algunos de sus trabajos han viajado a ferias internacionales: la Bienal de París (1964), Sao Paolo (67), o ARCO.
“Pintar es la terapia perfecta para aliviar el dolor”, dijo en aquella entrevista de 2007, en la que se negó a compararse con Goya, el artista revolucionario y anticlerical por antonomasia de la historia española.
“Uf, revolucionario y anticlerical son palabras muy grandes. Todo artista tiene algo de espíritu revolucionario porque intenta manifestar su mirada sobre la realidad. En ese sentido es que me siento identificado con el espíritu trasgresor.
“En cuanto a lo anticlerical, creo que todas las iglesias son malas; una cosa es el sentido religioso que pero otra es la iglesia como institución. Ahí entra en juego el oro, la riqueza y el poder. Nada más alejado de lo religioso que esa institución poderosa, autoritaria y dogmática”.
Por eso es que la muerte de Aute (que nació en Manila en 1933) no significa la de sus utopías.
“Las utopías no se pueden sepultar porque no existen. Son espejimos necesarios para tener deseos de vivir. Sabemos que no se alcanzan (como no se alcanza el horizonte), pero ayudan a seguir adelante.
Y por encima de cualquier otra, atesoraba una muy pequeña: “Todavía creo que el ser humano podría salvarse. Aunque está empeñado en destruirse y destruir a sus congéneres, alguno habrá por ahí que quiere amarse a sí mismo y al prójimo.
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Los otros Aute
PINTOR.
De niño mostró habilidad como dibujante y a los 15 años, influido por el expresionismo alemán comenzó a pintar. En 1960 tuvo su primera exposición individual en la Galería Alcón de Madrid.
POETA.
Empezó a escribir sus primeros poemas a los nueve años, pero en 1975 editó su primer libro, La matemática del espejo. Fue calificado como alguien que a través de los versos traducía la verdad.
CINEASTA.
Sin estudiar cine, tras escribir música para filmes, hizo cintas como Un perro llamado dolor en 2001. No se dedicó a la dirección porque en la época del dictador Franco se pedía licencia para serlo.
POLÍTICO.
No fue un político formal o siquiera un activista pero sus ideales de izquierda se pueden apreciar en sus canciones (“Rosas en el mar”, la más emblemática) y en su actividad artística.