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Su bella era innegable, cabello rubio, sus ojos eran de un azul profundo y su rostro era atractivo, aún a sus 64 años de edad, bien pudo haber sido modelo o una actriz, pero Ernestina Sodi se inclinó por el trabajo intelectual, fue periodista, historiadora y una prolífica escritora.
Ella nació el 24 de julio de 1960, fue la tercera hija de Yolanda Miranda Mange, sus hermanas son Laura Zapata (del primer matrimonio de su madre), Federica, Gabriela y Thalía, cuyo padre era el criminólogo Ernesto Sodi Pallares; es sabido que pasó su infancia en la colonia popular Santa María la Ribera, la que era su casa es conocida como “la casa de los perros”.
A los 17 años fue una reina de belleza, ya que obtuvo la corona como Señorita Distrito Federal y contendió por el título de Señorita México 1977, pero a pesar de tener muy buenas críticas en su desempeño, el certamen fue ganado por la Señorita Baja California, Felicia Mercado, quien más adelante se convirtió en actriz.
Su educación se forjó en diversas instituciones, entre ellas el Conservatorio Nacional de México, el Instituto de Cultura Superior donde obtuvo la licenciatura en Historia del Arte, y la Universidad Iberoamericana donde estudió el doctorado en Letras Modernas.
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El arte, la estética, las relaciones humanas y las cuestiones emocionales, fueron temas recurrentes en sus obras literarias como, “Los Cerezos Negros”, “Águeda” y “Líbranos del Mal”, en este último abordó un momento muy complejo en su vida, el secuestro que vivió al lado de su media hermana Laura Zapata.
El secuestro de Ernestina y Laura Zapata
Era 2002 y Laura formaba parte del elenco de la obra La casa de Bernarda Alba, la cual se presentaba en el Teatro San Rafael, cuando los hechos sucedieron Ernestina había acompañado a su hermana en una de sus funciones, a la salida del recinto fueron abordadas por un grupo de hombres armados que las privó de su libertad.
Fueron 34 días de cautiverio en el cual se pidió un rescate de 5 millones de dólares, cantidad que exigían fuera pagado por Tommy Mottola, esposo de la cantante Thalía; pero Laura fue liberada un poco antes para negociar el pago y Ernestina se quedó sola con sus captores hasta su liberación. En el libro cuenta cómo afectó esta experiencia su vida y el porqué se fracturó su relación con Zapata, ya que sugiere que pudo haber estado involucrada en el secuestro. Hasta el día de su muerte el distanciamiento entre ellas fue insalvable.
Pero Ernestina ya había pasado por un hecho de violencia, la cual vivió en el interior de su matrimonio con el abogado Fernando González Parra, con quien procreó a sus hijas Camila y Marina Sodi; situación que terminó en un divorció.
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Debido a estas experiencias Ernestina se había convertido en una férrea activista por los Derechos Humanos, contra la violencia a las mujeres y la desaparición forzada, además del feminismo.
En los últimos 16 años de su vida disfrutó el ser abuela de Jerónimo y Fiona, hijos de Camila Sodi y el actor Diego Luna, quien acompañó a su exesposa durante la hospitalización de Ernestina Sodi, quien el pasado 18 de octubre fue ingresada al Hospital ABC de Santa Fe, debido a dos infartos al miocardio, lo que derivó en el rompimiento de la vena aorta, lo que la mantuvo en terapia intensiva hasta el momento de su muerte, acontecida la noche del 8 de noviembre de 2024.
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