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Hace un mes, a Sean “Diddy” Combs, productor musical y fundador de Bad Boy Records, se le negó la libertad bajo fianza mientras está detenido en una cárcel de Brooklyn, acusado de tráfico sexual. El juez Andrew Carter, del Tribunal Federal de Distrito de Manhattan, argumentó que su liberación podría generar un riesgo de intimidación a testigos. Ante esta decisión, los abogados de Combs apelaron, alegando que no existían pruebas para afirmar que su cliente intentara obstruir la justicia. Sin embargo, el caso ha dado un nuevo giro.
Los fiscales acusan ahora a Combs de intentar “influir corruptamente” en su juicio, ignorando la supervisión de sus llamadas en prisión y, según se afirma, incluso chantajeando a sus presuntas víctimas. Documentos obtenidos por "PageSix", detallan que el productor ha utilizado repetidamente las cuentas telefónicas de otros reclusos para evitar que sus llamadas sean escuchadas por los fiscales, lo que constituye una violación de las regulaciones penitenciarias.
Se sostiene en una oposición presentada el pasado viernes, que Combs también instruyó a familiares y abogados para que agregaran a otras personas en las llamadas, una práctica no permitida por la Oficina Federal de Prisiones, ya que facilita ocultar las identidades de quienes reciben las llamadas. Un ejemplo de esta conducta fue el video que sus hijos publicaron en redes sociales para celebrar su cumpleaños número 55 mientras él se encontraba en prisión.
Los fiscales también afirman que el productor planea publicar anónimamente información que considera podría ayudar a su defensa.
Se espera que el juicio comience en mayo de 2025, con una duración aproximada de un mes, aunque podría extenderse si surgen nuevos cargos.
Más de una docena de demandas civiles han sido presentadas contra Combs, acusándolo de agresión, violación y extorsión sexual, aunque él niega todas las acusaciones.
Durante las redadas en sus residencias en Miami y Los Ángeles, las autoridades confiscaron rifles AR-15 y miles de botellas de lubricante y aceites para bebé, presuntamente usados en fiestas privadas en las que mujeres eran obligadas a participar en actos sexuales y consumir drogas.