Al detective John McClane nadie lo quiso a finales de los 80. Arnold Schwarzenegger lo rechazó por una comedia; Mel Gibson y Harrison Ford se pasaron de largo; Sylvester Stallone ni lo volteó a ver y Al Pacino tenía otras prioridades.

Fue cuando un actor que sólo era conocido por la comedia, , apareció en el firmamento. Tampoco fue fácil convencerlo, pero 5 millones de dólares, entonces una fortuna para los estudios hollywoodenses, lo convencieron, aunque medios como Newsweek se atrevió a decir que era el dinero peor gastado por la compañía Fox.

“No olvidemos que esto era 1987. Lo que funcionaba en el cine era Rambo, Comando, Depredador, todos protagonistas claramente heroicos, rudos y perfectos. Y acá el rol central era para un hombre común y corriente, que a muchos les habrá parecido un cobarde", recordó él guionista Jeb  Stuart en el libro Die Hard: An Oral History.

“Esta no era una película sobre alguien de 50 años que termina perdiendo a su hija de 20 en un ataque terrorista a un edificio, sino sobre un treintañero que discute con su mujer, no le dice que lo siente a tiempo y luego todo se va al demonio”, dijo en otro momento.

El 15 de julio de 1988, hace justo 35 años, todos los que desecharon el papel se pegaron de topes en la pared y algunos periodistas tuvieron que morderse fuerte la lengua para no reconocer su error.

Ese día nacieron dos leyendas: la de "Duro de matar", como inicio de una saga que fue conformada por cuatro secuelas, la última en 2013, y la de Willis como un actor de acción que podía decir un chiste en los momentos más apremiantes de la historia, que al mismo tiempo era un respiro para el espectador.

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“¿Has estado bebiendo, ¿verdad?”, le cuestiona su jefe en una de las películas.

“No. No desde este mañana”, responde con desenfado McClane.

“Voy a matar a ese hijo de pu…. y recuperar a mi hija, o voy a recuperar a mi hija y a matar a ese hijo de pu…”,. dice en otra de las entregas.

Bruce Willis en "Duro de matar"
Bruce Willis en "Duro de matar"

Bruce Willis ya es otro

Treinta y cinco años después, de ese Willis no queda nada debido a la afasia una enfermedad cognitiva que daña la parte del cerebro encargado del funcionamiento efectivo del lenguaje, generando pérdida en la capacidad de expresión, lectora y escrita gradualmente. Y eso, para un actor, es el fin.

De hecho sus últimos proyectos fílmicos fueron un suplicio para él, pues decir los diálogos de su personaje se le hacían complicados. Así que en marzo de 2022 anunció su retiro de los sets.

En noviembre pasado fue captado caminando en parques de Los Ángeles, de gorra y chamarra clara, bajo de peso e intentando pasar desapercibido.

Willis es un actor que en las últimas cuatro décadas fue constante y en crecimiento, pues si en los 80’ participó en una veintena de proyectos, esta cifra se duplicó en los 90 y creció aún más en la década siguiente. Más de 2 mil millones de dólares han recaudado sus largometrajes, algo que muy pocos pueden presumir.

Se dio el lujo de alejarse de acción en la comedia "Mi encuentro conmigo", donde su yo niño llega a su plano de existencia para hacerle ver lo que hizo mal, y la terrorífica "Sexto sentido", cuyo final aún sigue dando de qué hablar entre quienes la ven por primera vez.

Hoy Bruce enfrenta su mayor reto de vida. Algo que seguramente John McClane no haría a pesar de todos los balazos recibidos y dados a lo largo de más de tres décadas.

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