“Yo sólo quiero decir, si hay una forma: aparta este cáliz de mí. Ya no quiero probar su veneno, sentir cómo me quema...”
Jesús hace una súplica mientras camina por el huerto de Getsemaní, se halla lejos de sus discípulos y está por comenzar su calvario. Le pide al Padre que reconsidere su destino, que quite su tristeza y le dé fuerzas.
Le acompaña una progresión relativamente simple de acordes mayores —do mayor y sol mayor—, que se hacen más complejos a medida que se desahoga —do menor, mi bemol mayor y re menor—.
Entonces, Jesús se quiebra: “¡¿Por qué debería morir!? ¡¿Puedes mostrarme ahora que no seré asesinado en vano?!”
En ese momento, coinciden varios clímax: el de la melodía que interpreta Ted Neeley, con un registro de tenor alto —A5—; y el de la obra de teatro y cinematográfica que protagoniza, Jesucristo superestrella.
Por último, el de los propios evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, aunque en los textos bíblicos Jesús, menos dramático y emocional, acepta su destino y reza por la voluntad de Dios.
Este hombre más dubitativo, acompañado de música emotiva, rodeado de un halo de rockstar, llegó hace 50 años a la pantalla grande para evangelizar al mundo, algo que significó un paradigma en el arte.
Una idea revolucionaria
La idea de Jesucristo superestrella fue concebida por Andrew Lloyd Webber y Tim Rice en la década de 1960.
Los dos habían trabajado en varios proyectos musicales para colegios y universidades y decidieron crear una obra sobre la vida de Jesús, pero con un enfoque diferente al tradicional.
Inicialmente, Lloyd Webber y Rice escribieron una serie de canciones que presentaban a Jesús y a Judas como personajes complejos y humanos, en lugar de figuras sagradas.
Estas fueron presentadas en un álbum conceptual en 1970, que fue un gran éxito de ventas en el Reino Unido.
Después de las emociones que generaron, ambos decidieron convertir los temas en un musical completo: la obra se estrenó en Londres en 1972, y luego se presentó en Broadway y en todo el mundo.
En 1973, se realizó la adaptación cinematográfica, dirigida por Norman Jewison.
Desde su estreno, fueron criticados por grupos cristianos, que consideraran una blasfemia el presentar una imagen irreverente de Jesús. En particular, la Liga Católica de Decencia emitió en un comunicado que no vieran el filme.
Esa división continúa, como relata el productor Guillermo Wiechers, quien repuso la puesta en México hace tres años.
“No digo nombres pero hubo cantantes de reconocida trayectoria a los que nos acercamos para que hicieran casting y sintieron que era una obra que ofendía a sus creencias, a mí me sorprendió que sucediera eso, estando en un país como México en el siglo XXI”, cuenta.
El milagro en una generación
La versión renovada de Jesús acompañado de un grupo de hippies significó un diálogo con los jóvenes de la época.
El filme estaba ambientado en el Israel de entonces, a donde llega un grupo de jóvenes amantes del teatro.
Ted Neeley, quien interpretó a Jesús en la obra a los 28 años y en la cinta a los 30, recordó en 2019 que la recepción fue un fenómeno que incluyó un encuentro entre el Papa Pablo VI y el director: “(El papa) le dijo que le encantó la forma de mostrar a Jesús con música, pues ayudó a difundir su historia y a que muchos jóvenes se hicieran sacerdotes”, contó.
Si bien esta reunión no se ha corroborado, hubo otra que sí, entre el protagonista y el Papa Francisco, en 2018: “En EU hay gente que sigue escandalizándose, en cambio aquí tuvimos la bendición del Papa”, dijo Neeley, quien sigue interpretando a Jesús a sus 79 años.