#LaVozDeLosExpertos
Cuando estaba terminando la prepa creía que el mundo podría mejorar. Que hay varios interesados en luchar por un mundo mejor, que la gente escucha si logras atraer su atención e incluso donará dinero, tiempo o recursos por construir dicha utopía. Incluso pensé que las empresas no podían adoptar políticas de eficiencia ambiental en el momento, pero que empezarían a hacerlo pronto.
Quince años más tarde me topo contra una pared de gases invernadero, con precontingencias y una profunda tristeza. He regresado a dedicar la mayor parte de mi tiempo a ayudarnos a entender como, ya no salvar al mundo, si no ayudarnos a no agravar nuestra probabilidad de una vida saludable. Días antes de la contingencia, la CDMX nos recordó lo hermoso que es ver los volcanes nevados, en vez de imaginarlos detrás de la capa de emisiones de gases generados por los autos.
Cerca de 1 millón 200 mil autos circulan por las calles de nuestra ciudad, y estoy seguro que más del 99.9% emiten gases que dañan nuestra salud. Es claro que la prioridad es movernos (si el tráfico lo permite) para trabajar y así generar ingresos para subsistir y para ayudar a nuestras familias a subsistir. Pero si bien subsistir y vivir es diferente, también lo es transportarse sin pensar en el impacto a la salud. Hacemos segundos pisos y damos incentivos para comprar coches que llenan de humo (atorados en el tráfico) nuestra ciudad y nuestros pulmones, pero no hacemos nada por impulsar la adopción de los que no lo hacen.
No estoy para justificar costos y si contaminan en otro nivel lugares distantes. Mi postura en este momento tras varios días de contingencia ambiental es de desgaste y frustración. Tenemos que empezar a impulsar el transporte que los futuristas diseñaron para nuestro presente. Autos que casi se manejen solos y que no emiten gases contaminantes deben ir de la mano.
El futuro es hoy, y tenemos que hacerlo nosotros. Hay que dejar a un lado el #ruidoblanco que bloquea el poder demandar incentivos económicos y viales en las ciudades (en especial la megalópolis). Pidamos autos que no emitan gases contaminantes y exijamos apoyos económicos para comprarlos. Cambios en favor del ambiente son necesarios. No digo que pasemos de contingencia ambiental a 100% verdes de la noche a la mañana. Todo transporte genera algún desperdicio, en su fabricación y uso. Pero hoy podemos elegir el manejo que se den a los desperdicios.
El presente nos ofrece autos con más de 250 kilómetros de autonomía con carga completa en algunos vehículos, incluso unos de hasta 500 kilómetros. No son económicos, pero dependen de la economía de escala. Si se compran más, bajan los precios. Si hay incentivos, esos precios bajarán más rápido. ¿qué esperamos? Nosotros somos los que decidimos cómo vivimos y podemos solicitar los incentivos para vivir mejor, con salud y, tal vez, poder volver a ver nuestros volcanes con nieve, o sin ella, todos los días.