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El Presidente de la República tiene una fórmula infalible para frenar y poner en su lugar a Donald Trump. Le basta para ello asumir cabalmente su estatus y dimensión; ejercer las prerrogativas y el poder que tiene como jefe del Estado mexicano. Nada más.
Enrique Peña Nieto es el líder legal y legítimo de 120 millones de ciudadanos. Es el representante máximo de la soberanía popular de este país y su facultad primera es defenderla ante quien sea con dignidad y oportunidad; con valentía y sin miramientos de ninguna especie.
El Presidente podría encarar sin reservas a Trump con una ventaja inigualable de su cargo: es jefe de Estado y de gobierno. Ese personaje, en cambio, no es más que un candidato presidencial. Además, ninguna certeza tiene que sucederá a Barack Obama en la Casa Blanca.
Esa notable y notoria diferencia le permite decirle y/o aclararle cualquier cosa. Con decencia y respeto; diplomáticamente y con severidad, de manera inequívoca, le podría hacer ver que el muro fronterizo no es tema para discutirse hoy. Primero debería estar en posición de ordenar que se construya.
Ni siquiera está obligado a precisarle que no será su gobierno el que pague esa obra. Basta tener presente que ni el magnate es presidente, ni la edificación de la obra es inminente. Identificar la ubicación, establecer el tiempo, el target, es vital.
Con un disparo de precisión de esa magnitud, que seguro sería aplaudido por todo el mundo y en especial por el Partido Demócrata, el titular del Poder Ejecutivo fortalecería el escenario de su política internacional.
Además, sacaría a su gobierno del proceso electoral estadounidense y recuperaría un consenso interno y externo considerable. Dejaría de tener un enorme factor de presión y de preocupación. Ya no sería más un pretexto para nuevas andanadas del sicópata aspirante republicano.
Para efecto de asumir una posición definitoria y definitiva; arrojada y audaz; visionaria y valiente, y sentidamente exigida por los mexicanos, agraviados por una presencia innoble, indeseable y perniciosa, hay que recordar que en Estados Unidos el presidente lleva el acelerador del país, pero el Congreso nunca le suelta el volante.
Aun cuando Trump ganara la elección y la mayoría congresional, ésta no le permitiría los actos vesánicos con los que, discursivamente, está sacando provecho. Ésta jamás permitiría que el ocupante de aquélla, por fobias personales, chocara la nave donde van 320 millones de personas.
Esta misma semana, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, quien durante la Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático no sólo no permitió que Obama expresara su preocupación por la muerte de dos mil 500 personas en operativos antidrogas desde que asumió la presidencia, hace dos meses, sino que, sin cortapisas ni rodeos, le expresó en inglés:
“Soy el presidente de un Estado soberano y hace mucho que dejamos de ser una colonia. No tengo amo alguno, salvo el pueblo de Filipinas. Debe ser respetuoso. No puede andar lanzando cuestionamientos y declaraciones”.
Y para que no quedara duda ante su pueblo de la defensa que hacía de él, le hizo saber en tagalo su rechazo a la manera como se expresan más ofensivamente los estadounidenses.
¿Y cuál fue la respuesta del presidente de Estados Unidos? Para salirse por la tangente, simplemente se limitó a considerar que Duterte, “…evidentemente es una persona pintoresca”.
Una redefinición expresada con respeto, educación y contundencia frente a Donald Trump, considerado como sujeto individual, no como representante institucional, no entrañaría riesgo alguno.
En cambio, sería un desagravio para los mexicanos, que le refrendarían su apoyo y reconocimiento al Presidente.
SOTTO VOCE… Como un signo de confianza y credibilidad definió Juan Pablo Castañón, presidente del CCE, el regreso de José Antonio Meade a la Secretaría de Hacienda… El gobernador de Sinaloa, Mario López Valdés, Malova, trabaja intensamente con sus principales colaboradores para entregar cuentas precisas y transparentes a su sucesor. Otros deberían seguir el ejemplo… EL INE no tiene límite. La inconsciencia de los consejeros de pedir dinero a manos llenas no tiene nombre, como tampoco lo tiene el hecho de que los congresistas le autoricen presupuestos exorbitantes. Como si no hubiera tantas necesidades sociales qué atender. Y luego se preguntan por qué la ciudadanía siente tanto rechazo por unos y por otros… Que ninguno de los gobernadores que persigue el SAT, sobre todo Javier Duarte de Ochoa, de Veracruz, se sientan tranquilos porque Aristóteles Núñez haya dejado le jefatura del SAT, dicen en esa institución. Las investigaciones que se les siguen son formales, de tal modo que continuarán hasta tener un desenlace, que a los involucrados no les agradará. En ese caso se encuentra también Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo… ¿Quién va a parar el reparto de Notarías Públicas que hacen los gobernadores en sus últimos minutos de ejercicio del poder?..
ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta