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Buenos Aires.— El triunfo de Mauricio Macri, un empresario devenido en político hace tan sólo 12 años, no se explica tanto por los éxitos en su gestión como jefe de gobierno porteño, sino por lo que fue la época del kirchnerismo en el gobierno. Una era política que se pareció mucho al pie del caballo de Atila, el rey de los hunos. Por donde pisó no creció ni el césped… Fruto de un estilo de ejercer el poder que terminó por pulverizar a los partidos tradicionales, acabó con las estadísticas como una forma de abolir la pobreza por decreto, acabó con el movimiento piquetero y de otras organizaciones sociales, principales exponentes de la construcción política a lo largo de 20 años de democracia; generó todos los desmanejos económicos posibles en la mejor coyuntura económica de Argentina desde la década de los 50 y tiene el récord de no haber logrado resolver ninguno de los problemas estructurales con los que Néstor y Cristina Kirchner se encontraron en 2003.
Hubo sí en el macrismo una excelente ingeniera electoral. Con un estilo alejado de las campañas tradicionales que terminó por darle el premio mayor. Ayer, no sólo “el Berlusconi argentino” logró ponerle punto final al kirchnerismo en el poder. Su victoria electoral marca una nueva era política en el país. Un antes y un después. Y es que por primera vez desde 1983, el peronismo no gobernará ninguno de los principales distritos. Tampoco la estratégica provincia de Buenos Aires. Los alineamientos internacionales del país cambiarán, indefectiblemente, de rumbo. Por eso el resultado electoral de ayer en Argentina es un llamado de atención para Nicolás Maduro, listo para darse de frente con la realidad de las urnas dentro de dos semanas, en las legislativas más esperadas de los últimos años por gran parte de los venezolanos.
Esa nueva era empezará de la misma manera que hubiera comenzado si Daniel Scioli (cuya derrota ratificó la maldición que pesa sobre los gobernadores bonaerenses, ya que jamás ninguno pudo llegar a la presidencia por el voto popular), hubiera logrado su cometido. Comenzará con una devaluación y un ajuste fiscal, que el kirchnerismo demoró hasta una zona peligrosa. El Banco Central debe apelar esta semana a los dólares que tienen en su poder las entidades bancarias para poder hacer frente a sus obligaciones. Por eso esta victoria de Macri y lo que vendrá, en lo inmediato, de su futuro gobierno, será, en gran parte, el resultado de 12 años de kircherismo, más que la obra del círculo áulico de “Mauricio” que no presentó, hasta aquí, grandes ideas transformadoras para un país en el que las ideas escasean. Por eso, no son pocos los que esperan que a la hora de agradecer, el nuevo presidente electo, se acuerde de la persona a la que le debe gran parte de este, su mejor momento político y diga: ¡“Gracias señora presidenta!”.