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Los que me conocen, saben que no me gusta la fiesta taurina. Sin embargo, respeto el inquebrantable espíritu del torero.
Fue el reciente fallecimiento de Rodolfo Rodríguez “El Pana” lo que me hizo recordar una imagen que lo sentenció a muerte hace más de nueve años en la Plaza México.
Resulta que la foto que hoy nos ocupa marca un parteaguas en la carrera de este singular matador nacido en Tlaxcala. Esta imagen, de la que por cierto desconozco su autoría (ruego que en caso de que el fotógrafo que la tomó, me lea, no se enoje), fue tomada una tarde muy especial: era el fin de su carrera y esa tarde hizo lo insólito.
En aquel 7 de enero de 2007, “El Pana” tenía 55 años y frente a la Plaza México se despedía en la temporada grande. Aunque venía prácticamente del olvido, ese domingo tuvo una segunda oportunidad y su espada se cubrió de gloria. El canto de las sirenas murmuraba a lo lejos.
Aunque todo indicaba que esa sería la última vez que pisaría un ruedo, “El Pana” hizo algo inesperado, y ahí, frente a todos, le hizo una faena al toro “Rey Mago” de la ganadería de Garfias, conocida en el mundo taurino como el “trincherazo”, que según, me cuentan los que saben, el último que había hecho algo similar fue Silverio Pérez, fallecido en 2006.
Esa tarde de domingo, “El Pana” había logrado un instante que congelaba la estética perfecta entre un matador y el toro, imagen captada por la lente de los fotógrafos taurinos: la postura impecable para sellar el final, las piernas perfectamente inclinadas y sus brazos desmayados frente a un toro rendido a sus pies. Enseguida dio la media vuelta y soltó el capote.
Y fue tal el éxito en aquella tarde de despedida, que de su desangelada carrera, este torero pasó a una renovada agenda llena de invitaciones que lo llevaría a varias plazas del país y un año después a su debut en España: su sueño.
Ese “trincherazo” que sintetiza la humillación del toro llevó al último torero romántico de nuestro país a vivir los últimos nueve años de ensueño que culminaron con su fatal cornada en Durango el mes pasado y que, finalmente, derivó en su muerte, después de que aquel toro de 400 kilos lo embistiera para dejarlo cuadrapléjico a sus 64 años; al final, envuelto en un glamour del que curiosamente nunca gozó en sus primeros años de torero.
Lo paradójico de aquella tarde de toros es que su regreso a las tablas lo hizo ya tarde y con facultades mermadas, que como atestigua el video de su última cornada, “El Pana” ya no reaccionaba frente al toro. Volvió con ánimo, pero con dificultades físicas propias de la edad, que al final le costaron la vida.
En resumidas cuentas, aquel momento de gloria y su tragedia de hoy se sintetizan con esta imagen que lo congela para siempre como un diestro notable, que murió toreando.
@MxUlysses