Salvador García Soto

Sucesión en la UNAM: entre destapados y agazapados

Sucesión en la UNAM: entre destapados y agazapados
12/09/2015 |00:58
Redacción El Universal
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A dos semanas de que se emita la convocatoria formal para elegir al nuevo rector de la UNAM, el ambiente en la máxima casa de estudios es de efervescencia política por la próxima sucesión. Aunque será la Junta de Gobierno la que defina, a partir del 24 de septiembre, quienes son los aspirantes invitados a participar en el proceso sucesorio de la Rectoría de José Narro, algunos destacados universitarios ya han hecho públicas sus intenciones de ser tomados en cuenta, por sus méritos y trayectoria, para dirigir a la máxima casa de estudios lo que, en los hechos, ya dio inicio a una carrera por la Rectoría que pudiera resultar histórica.

Tres son en este momento los aspirantes más visibles y que han tenido el valor de hacer público su interés, aún antes de que la Junta comience el proceso formal: la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, directora de la Facultad de Ciencias; Sergio Alcocer Martínez de Castro, académico de la Facultad de Ingeniería y ex subsecretario de la Cancillería; y Enrique Graue Wiechers, director de la Facultad de Medicina. Pero además de ellos hay otros académicos e investigadores que, sin abrirse públicamente, cabildean al interior de la UNAM y esperan la convocatoria para levantar la mano, como el bioquímico y profesor emérito Francisco Bolívar Zapata, actual coordinador de Ciencia de la Presidencia de la República; Eduardo Bárzana García, secretario General de la Universidad; Francisco José Trigo, secretario de Desarrollo Institucional; Héctor Hiram Hernández, coordinador de Planeación, y Gloria Villegas Moreno, directora de la Facultad de Filosofía.

¿Cuántos de esos aspirantes, de los destapados y los agazapados finalmente se convierten en candidatos formales a la Rectoría de la UNAM? Eso lo deciden solamente los 15 miembros de la Junta de Gobierno que, una vez emitida la convocatoria, evalúan y escuchan las expresiones de quienes se presenten como aspirantes y deciden quienes de ellos tienen realmente los méritos, la trayectoria y la experiencia para ser invitados a las entrevistas en las que deberán explicar por qué quieren dirigir la máxima casa de estudios y cuál es su propuesta para mejorar el funcionamiento de la Universidad Nacional.

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¿Una mujer para rectora? Entre lo que hace interesante a este proceso sucesorio en la Universidad, está la presencia femenina que, aunque no es nueva en las designaciones, pues ya ha habido en varias ocasiones candidatas participantes, sí aparece en esta ocasión como un tema importante, más que por el género, por la presencia de una académica de larga experiencia y trayectoria como la doctora Rosaura Ruiz, que es vista como una de las aspirantes más fuertes a sustituir a José Narro.

En palabras de la propia científica, “ya es tiempo de que la UNAM tenga una rectora” y no por el hecho de ser mujer, aclara Ruiz, sino porque la presencia y el avance de las mujeres en la UNAM y en todo el país tiene que ser reconocida. “Yo no quiero ser rectora sólo por el hecho de ser mujer, porque no es sólo un tema de género, sino porque tengo una carrera y una trayectoria universitaria que me avalan, pero al mismo tiempo creo que es momento de que las mujeres demostremos que podemos avanzar en posiciones a las que nunca se ha elegido a una mujer y una de ellas es la Universidad Nacional”, comenta Ruiz.

La directora de la Facultad de Ciencias se deslinda también, en plática con esta columna, de las etiquetas que le han querido colgar como “candidata de la izquierda”. Afirma que, aunque su ideología, como la de muchos universitarios sí tiene una tendencia de izquierda, ella representa también a muchos otros sectores que pueden no ser de esa tendencia. “A mí me apoyan miembros de la comunidad que son de izquierda, pero también otros que se ubican más a la derecha. No tengo ningún nexo político con partidos ni con dirigentes de ninguna corriente”, dice la doctora en Ciencias.

La reciente designación en el Colegio de México de una directora mujer, Silvia Giorguli, por primera vez en la historia de esa institución, ha hecho que en la sucesión en la UNAM algunos crean que también podría darse el caso de la primera rectora en la historia de la máxima casa de estudios.

El otro aspirante visible es el doctor Sergio Alcocer Martínez de Castro, quien recientemente renunció a la Subsecretaría para América del Norte de la SRE y se reincorporó como académico de la UNAM, al tiempo que hacía públicas sus aspiraciones a la Rectoría. También Alcocer ha rechazado las etiquetas, en su caso, de ser mencionado como el “candidato del gobierno”. El académico ha defendido su trayectoria como secretario General de la UNAM, director del Instituto de Ingeniería e investigador en la Facultad de Ingeniería. Sus méritos académicos, dice el doctor, están más allá de su participación en el actual gobierno del presidente Enrique Peña Nieto o antes en el de Felipe Calderón como subsecretario de Energía.

En descargo de Alcocer, y de su cercanía con miembros del gabinete como José Antonio Meade o Luis Videgaray, nadie cree que el gobierno federal pueda tener alguna injerencia real en el proceso interno de la UNAM. La Junta de Gobierno no sólo decide y delibera de manera autónoma, sino que pensar que a alguien desde el gobierno peñista se le ocurriera siquiera insinuar alguna intención de intervenir, sería altamente riesgoso y provocaría una agitación política y de rechazo que a nadie le conviene en la Universidad.

Así que, a unos días de que la Junta de Gobierno dé el banderazo de salida, la sucesión de la UNAM está en marcha. Todos esperan un proceso tranquilo, autónomo y una decisión que garantice el rumbo y la buena marcha de la Universidad que no sólo sigue siendo el mayor referente de la educación superior, la investigación y la ciencia en México, sino también un elemento fundamental de estabilidad y tranquilidad social. Y así nos conviene a todos que se mantenga.

Notas indiscretas… A propósito del doctor José Narro. Cada vez se escucha con más insistencia que una vez que se resuelva la sucesión en la UNAM y entregue la Rectoría, su incorporación al gabinete es un hecho. Y si ya no fue en la SEP, ahora se mencionan dos opciones que le ofrecería el presidente Peña Nieto: la Secretaría de Salud o la nueva Secretaría de Cultura anunciada en el Informe y que estaría lista para la llegada de Narro en noviembre. ¿Será?... Ahora que el secretario Miguel Osorio puso de moda las “resurrecciones políticas” al revivir a Humberto Roque Villanueva, en Michoacán el gobernador electo, Silvano Aureoles va a designar como su secretario de Seguridad Pública a un general del Ejército: Roberto Miranda, quien fuera jefe del Estado Mayor de Ernesto Zedillo. Miranda perdió la Sedena este sexenio, a la que era un fuerte candidato, porque cometió un error imperdonable para un militar de su rango: filtrar información contra otros generales como Moisés García Ochoa, a quien el presidente Peña tenía como favorito, pero fue eliminado tras las filtraciones de prensa sobre la compra de equipos de espionaje y comunicación por 5 mil millones de pesos, filtración que en su momento fue atribuida a una traición de Miranda. Y ahora Silvano lo resucitará en Michoacán… De los cuestionados nombramientos de Osorio, los que ya tuvo que salir a defender el secretario y a pedir “tiempo para ver resultados”, el único que parece lógico es el de Eduardo Guerrero Gutiérrez como nuevo comisionado de Penales Federales. El funcionario es experto en sistemas penitenciarios y fue fiscal de Ejecución de Penas y Medidas Judiciales de Chihuahua, cargo desde el cual logró limpiar los penales de ese estado y arrebatárselos al narcotráfico, que controlaba prácticamente todas las cárceles estatales. A raíz del modelo implementado por Guerrero, penales como el de Aquiles Serdán, Nuevo Casas Grandes y Cuauhtémoc se volvieron referencia a nivel nacional e internacional y el haberlos limpiado ayudó a disminuir los índices delictivos en el estado e impactó casos tan graves como el de ciudad Juárez y la misma ciudad de Chihuahua. La pregunta es si, con el nivel de corrupción y penetración del narcotráfico que exhibió la fuga del Chapo Guzmán en los penales federales —tan profunda como el túnel por el que se fugó el narco más buscado y menos encontrado—, ¿el modelo chihuahuense servirá de algo?... Los dados mandan doble Serpiente. Semana de altibajos.

sgarciasoto@hotmail.com