Tras las elecciones de julio de 2012 que dieron el triunfo a Enrique Peña Nieto y arrojaron al Partido Acción Nacional —entonces en el poder— al tercer sitio como fuerza política, Gustavo Madero, dirigente nacional panista, solicitó hablar con el entonces presidente Felipe. El mandatario no lo recibió, incluso no atendió una llamada telefónica. Según fuentes cercanas a ambos, no han vuelto a hablar en privado.
Tres años antes, en julio de 2009, un antecesor de Madero, Germán Martínez, había entrado a Los Pinos vencido, “como Quijote, sin peto ni espaldar” —según escribió hace días— para anunciar ante el propio Calderón que renunciaría debido el fracaso electoral que inauguraba un amargo y ya largo periodo para el panismo.
En una vuelta más a la tuerca, lo ocurrido al PAN en las pasadas votaciones exhibe niveles de deterioro que no había conocido en décadas. Madero encabezará predeciblemente la próxima bancada blanquiazul en la Cámara de Diputados, pero ésta será la más disminuida desde 1991. En 13 estados, casi la mitad del país, el PAN no ganó una sola diputación de mayoría, lo que incluye haberse desvanecido en entidades donde tuvo influencia histórica, como Coahuila, Tlaxcala, Tamaulipas, Chiapas o Jalisco —donde ganó uno de 20 distritos.
No es difícil trazar la línea conductora entre Madero y las derrotas sufridas por el PAN en las elecciones estatales: La caída en Sonora, donde gobernó el panista Guillermo Padrés bajo acusaciones de corrupción, pero al que Madero siempre defendió; la sorda pugna con Luisa María Calderón en Michoacán. En esa entidad no perdió sólo la gubernatura sino también la alcaldía de Morelia a manos de un candidato independiente echado del PAN por intrigas de Marko Cortés, operador maderista. Y la apretadísima derrota de su aliado Jorge Luis Preciado en Colima; el desplome en Nuevo León por el sabotaje a Margarita Arellanes….
En cambio, los triunfos panistas, donde los hubo, podrían no deberse a Madero, como el caso de Francisco Domínguez, en Querétaro, quien guarda más cercanía con el gobernador panista de Puebla, Rafael Moreno Valle.
En el arranque de la exigencia de cuentas, el citado Germán Martínez entregó un artículo a la revista Nexos en el cual hace un señalamiento crudo sobre lo que pasó al interior del PAN de Madero:
“El peor pecado del PAN (claro que me incluyo en la confesión) fue convertir su victoria cultural de alcanzar una democracia imperfecta, en solapar, promover y apuntalar una ‘democracia perversa’, donde el dinero, la militancia cooptada, la componenda gubernamental, el clientelismo político, la ausencia de debates y la mudez de argumentos, abrieron la puerta a candidaturas sin aprecio por la libertad, y a gobiernos sin tareas de largo aliento, sólo gestores de coyunturas, contentos con lucir en desfiles, ‘coronaciones’ de ‘reinas’ y salutaciones para fotografías. Acción Nacional no construyó obediencia desde la libertad porque hipotecó el puerto del destino a cambio de navegar en cómodas embarcaciones subsidiadas”.
Acaso Martínez no sea el indicado para erigir un tribunal de papel sobre la tarea de Madero. Paisano de Felipe Calderón, su aliado en múltiples episodios, Germán fue una promesa del pasado sexenio que se frustró rápidamente. “Le fallamos los jóvenes, Presidente”, dice en su artículo que le expuso a Calderón la noche de su renuncia anunciada en Los Pinos. Y vaya que falló, lo mismo que su sucesor, el también joven César Nava. En lo que no falló Martínez fue en su proyecto inmediato: se desempeñó como próspero cabildero que abría a empresarios las puertas de Pemex y de otras empresas públicas. Y en pleno proceso electoral de 2012, se asegura que pasó “la charola” entre muchos inversionistas privados ofreciendo que sus aportaciones eran “para la causa”, a favor del PAN.
Pero el legado de Madero al frente del PAN no luce luminoso por ahora, ni electoral ni políticamente, lo que incluye la participación en el llamado Pacto por México. Incluso su aportación como reformador de los estatutos del partido se halla bajo cuestionamiento. En su estrecho primer círculo tuvo dos apoyos clave: el recién fallecido Juan Molinar Horcasitas —al que seguramente echó mucho de menos en los meses recientes— y Santiago Creel, cuya posible postulación para ser ministro en noviembre es vista ahora con escepticismo.
Incluso la sucesión de Madero se anticipa complicada en diversos aspectos. Ricardo Anaya, el más viable relevo, enfrentará al menos a un contendiente, Javier Corral, quien apuesta por una base panista harta de una larga noche llena de sinsabores.
Apuntes: Jesús Zambrano y Guadalupe Acosta Naranjo, diputados electos hermanados por la pertenencia a la corriente dominante en el PRD, Nueva Izquierda —Los Chuchos—, disputan a puño limpio la próxima coordinación de la bancada en San Lázaro, lo que anticipa nuevos sufrimientos internos para ese partido.
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