En 2013, cuando la Suprema Corte de Justicia ordenó que Florence Cassez fuese liberada, siete de cada diez mexicanos estuvieron en desacuerdo. La opinión pública la había ya juzgado como culpable de pertenecer a una banda de secuestradores, Los Zodiaco, encabezada supuestamente por su novio, Israel Vallarta Cisneros.
Diez años han pasado desde que ambos fueran detenidos mientras circulaban por la carretera vieja a Cuernavaca. Diez años han también transcurrido desde que Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, entonces cabezas de la Agencia Federal de Investigación (AFI), fabricaran un rescate para engañar a la opinión pública.
Y sin embargo todo ese tiempo no ha sido suficiente para que Israel Vallarta haya sido sentenciado en primera instancia, o para que los funcionarios responsables de burlarse de la sociedad con malabares propagandísticos hayan enfrentado alguna sanción.
¿Por qué el episodio mediático más escandaloso, relacionado con la justicia —ocurrido durante el mandato de Felipe Calderón— sigue sin ser resuelto por los tribunales?
Hacia finales del año pasado la periodista belga Emmanuelle Steels publicó un libro donde explora una hipótesis plausible: El Teatro del Engaño: buscando a Los Zodiaco, la banda que nunca existió.
El argumento principal de la corresponsal en México del cotidiano francés Liberation es que detrás del engaño cometido por la autoridad, al recrear el supuesto rescate, hubo un teatro más grande —una fabricación aún más amplia— donde se improvisaron culpables y, peor aún, se inventó de la nada una banda de secuestradores con nombre ciertamente mitológico.
El argumento es un desafío grande para los sentidos pero pocas veces en México se cuenta con una investigación de periodismo judicial tan exhaustiva como la que realizó esta reportera.
Acaso se trata de la única persona que ha recorrido, página por página, los 31 tomos del expediente judicial en búsqueda de la verdad detrás del caso Cassez-Vallarta.
Desde su detención Florence Cassez decidió separar el destino de su defensa. El argumento exprés, seguido por ella es conocido: el montaje mediático vulneró a tal punto el proceso judicial que terminaron corrompidas todas las pruebas exhibidas en su contra.
De su lado, Vallarta optó por un camino jurídico más largo. Fue así porque juega en contra suya una declaración firmada donde admitió ser la cabeza de la banda criminal Los Zodiaco.
En su descargo argumenta Vallarta que ese documento existe porque los subordinados de Cárdenas Palomino lo sometieron a tortura para que firmara una página en blanco.
La investigación de Steels exhibe pruebas graves sobre las lesiones ilegales a las que fueron sometidos Vallarta y más tarde sus hermanos y sobrinos. También David Orozco, un comerciante que supuestamente habría sido parte de Los Zodiaco y que, como secuela de la tortura, murió en la cárcel sin haber conocido nunca a Israel Vallarta.
Por otra parte, la periodista muestra la “loca fluctuación” de las declaraciones proporcionadas por las víctimas y la manera como las pruebas testimoniales han sido desechadas en el tiempo por el juzgador.
Si las confesiones de los supuestos secuestradores y los testimonios de las supuestas víctimas pierden validez — y en medio se acepta como verdad jurídica la existencia de un montaje— ¿con qué se queda la autoridad judicial para sentenciar?
Esta es la razón por la que han transcurrido diez años sin que se resuelva el caso.
El juez a quien le tocó esta ingrata tarea sabe que tarde o temprano el expediente de Israel Vallarta va a terminar, igual que el de su ex novia, en la Suprema Corte.
¿Por qué no han sido procesados los responsables del montaje en el rancho Las Chinitas, ocurrido los días 8 y 9 de diciembre de 2005?
Esta pregunta es mas fácil de responder: porque en México perro no come perro y los que sucedieron a García Luna y Cárdenas Palomino no son diferentes. Ahí está el montaje del basurero de Cocula para constatarlo.
ZOOM: Cuánto bien hace que un reportero se escape del espectáculo mediático y haga su tarea con profesionalismo. El libro de Emmanuelle Steels sobre el caso Cassez-Vallarta debe ser leído por los estudiantes de periodismo que quieran ejercer su oficio con seriedad.
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@ricardomraphael