Me pregunto los retos para comunicar la llegada de las estaciones de servicio, gasolineras, mientras se masificaron los vehículos con motor de combustión. No ha de haber sido sencillo dejar de hablar de comida de caballo para explicar litros de combustible o gasolina. Por algo la industria automotriz sigue (obsesionada) utilizando el término acuñado para hablar sobre la comparativa de empuje entre caballos de tiro y un motor de vapor: caballos de fuerza.

La ecuación para saber cuánto darle de comer a un caballo es peso corporal/100 x 2.5 = ración diaria total. El forraje debe ser principalmente de carbohidratos estructurales (mucho heno) y complementarlo con algunas cosas extras para no dejar espacios nutricionales. Esa energía se transforma en fuerza para que los caballos realicen una tarea, incluyendo, pero no limitándose a, transportar máquinas de vapor a través de campos y calles sinuosas para que sustituyan la fuerza laboral de los mismos caballos.

No quiero hacer un recuento de los efectos de la Revolución Industrial ni de las consecuencias laborales alrededor de la industria hípica del trabajo. Aunque como bien plantea Jared Diamond en su libro Guns, Germs and Steel, los cinco animales domesticables de más utilidad vinieron de la región Euroasiática (vaca, caballo, oveja, cabra y cerdo) y eran utilizados como alimento (carne), trabajo y comunicación a distancia. Una forma más de los humanos para administrar la energía de terceros para su beneficio y poder extenderse (conquistar) a más regiones del mundo.

Regresar el reloj para mejorar mi comprensión respecto al uso, medición y mejoramiento de la energía ha sido clave. Todo esto, claro, antes de empezar a medir energía eléctrica hace siglo y cuarto. Este hecho me parece fundamental porque teniendo una mejor comprensión del consumo y medición energética, empezamos una aceleración de producción energética con hidroeléctricas, plantas de carbón, petróleo y, apenas hace poco, otras energías más sustentables.

La energía eléctrica nos exige poder transmitirla a lo largo de distancias largas y nos preguntamos cómo podríamos almacenarla ya generada y no en forma de barriles de petróleo (por ejemplo). Hemos dependido de almacenar energía en forma de materia prima desde hace tanto que ya es una medición utilizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a la hora de ver las matrices de energía de una región o un país.

Un barril de petróleo equivale a aproximadamente 1628 kWh (un Tesla puede almacenar en sus baterías hasta 90 kWh que te pueden llegar a transportar unos 473 kilómetros en un terreno y velocidad nominales).

Ahora bien un litro de gasolina ya procesada equivale a unos 9.7 kWh y un vehículo chico consume alrededor de 5.5 litros para recorrer unos 100 kilómetros; es decir unos 53 kWh. Un vehículo eléctrico puede darte esos 100 km con 20 kWh.

Esto es eficiencia energética y, de hecho, en eléctricos no se suele halar de caballos de fuerza (será por la falta de heno). Lo que si es imprescindible es entender que movemos, comunicamos y hacemos industria gracias a la energía. Cuanto más eficiente sea, menos toneladas de dióxido de carbono (contaminantes) generaremos y haremos mucho más con mucho menos. No suena mal, ¿o si?

Para los interesados, en 2013 México produjo 17910.2 kWh con energía solar y eólica (lo que seráin 11 barriles de petróleo) y se utilizaron 3256.4 kWh en transporte (2 barriles).

Hablando de lo anterior, esta semana Tesla Motors (donde trabajo) inauguró su primer Supercharger (punto de cargar rápida en México). Ubicado convenientemente junto a la carretera en un centro comercial, puede colocar en la batería hasta 250 kilómetros en entre 20 a 30 minutos. Nada mal cuando uno recorre distancias largas al ir a lugares como Taxco o Acapulco.

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