#LaVozDeLosExpertos

Estaba platicando con algunos amigos y compañeros el martes y mencioné que se celebraba el día Internacional de Internet. Algunos pusieron cara de “¿neta eso se celebra?”, otros fueron más reflexivos. Dudo que sea por el Internet, pero en esta sociedad es claro que cada vez estamos menos acostumbrados a detenernos y a analizar que a seguir de largo, consumir y entregar. Pero es bueno el ejercicio de recordar lo que pasaba antes de que tuviéramos una nueva herramienta.

Cada año que celebramos el día Internacional del Internet se viene una cascada de cifras y datos sueltos, pero no hay historias. Tengo muchísimo a favor de los datos, pero son las piedras para construir un camino; uno, que se forma de historias con fundamento en cifras tangibles que buscan mejorar la experiencia y la vida de las personas. Por más romántico que suene, los creadores de Internet dieron gratis a la humanidad el software y los protocolos que lo habilitan, tan solo hay que pagar los cables, las antenas y su administración (lo que le pagas a tu proveedor de datos/Internet).

En el último siglo de la humanidad hemos pasado del consumo de entretenimiento y acceso a la información a través de los medios impresos y electrónicos; la comunicación por medio de cartas (escritas), llamadas telefónicas y la optimización de recursos laborales por medio del telex y/o fax. Todo esto ha requerido de canales de comunicación y medios de transmisión; muy parecido a lo que requiere llevar un insumo del punto A al punto B. Si lo analizamos bien, lo primero ya estaba hecho, conectar a las dos principales bolsas de valores: Nueva York y Londres, a través de un cable submarino; de ahí crecer la red de cables telefónicos (ahora fibras ópticas) entre los principales mercados del mundo.

Una vez enlazadas las mecas de la capitalización de empresas por medio recursos públicos (venta de acciones) se acelera el movimiento económico mundial. También con ello empezaba la fiscalización o necesidad de saber que los emprendimientos capitalizados iban por buen camino y se podía dar seguimiento a las labores de los empleados. Ya no era recibir de Europa las órdenes de trabajo para cada área, vía fax, cada mañana.

El teléfono era una gran opción, pero se cuidaba mucho el tiempo de la llamada (por costos) y bueno, es claro que no era fácil trabajar en una planta si uno estaba en una llamada y más si el teléfono estaba pegado a un cable. El correo electrónico permitió entonces poder dar órdenes directas y mantener una constante comunicación sobre labores individuales, de grupo y de unidades de negocio, porque a diferencia de la llamada, es posible tomarse un pequeño tiempo para escribir unas líneas sobre cómo van las cosas.

Ahora nos presentamos ante nuevas preguntas sobre la comunicación gracias a la tecnología. No solo se trata del #ruidoblanco generado por lo que pasaría en un día sin Internet en el que 169 mil millones de correos se queden sin leer, o que se dejen de ver 12 mil millones de videos en línea, o que 3 mil 500 millones de búsquedas queden sin una página de resultados (cifras de World Economic Forum). Es hablar de nuevos negocios, de grandes corporaciones dejando de alimentar el enorme engranaje económico que mueve al mundo actual.

Los nuevos modelos de acción por medio de este mundo hiperconectado gracias a Internet ya no estará tan dominado por correos electrónicos con documentos anexos. Eso se va acelerando también y ahora son grupos de Whatsapp; canales de Slack, nuevas plataformas que se desarrollan como herramientas colaborativas de trabajo como lo que tendrán que hacer tanto Windows 360 como Google para Empresas.

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