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Los relojes de faltriquera (o de bolsillo) fueron inventados en Francia en el siglo XV. En 1869 el reloj de pulsera, joyería en la época, fue inventado por Patek Philippe como un "reloj de pulsera femenino”. Como el de bolsillo era poco práctico para la aviación, Louis Cartier creó a Santos-Dumont un reloj de pulsera, el primero diseñado para ser de uso práctico. Luego, Omega Speedmaster Professional llegó al espacio con el Programa Apolo.
Mi abuelo supo ser relojero alrededor de 75 años de su vida. Puedo decir que estuvo habilitando a que otros resolvieran problemas de información básicos. En cierta forma habilitó a los pre-cíborgs en el campo charrúa durante tres cuartos de siglo. Le daba a la gente, y a los gauchos, la capacidad de medir el tiempo de forma más precisa que amaneceres, mediodías, atardeceres y noches.
Recuerdo aquella vez que le mostré mi reloj de muñeca binario (Kerala Trance de 0I the one) y recibí una sonrisa mientras sumaba los puntos para darle la hora. Supongo que se acordaba de mí más chico, aprendiendo a leer las manecillas del reloj. Ya me había visto con el Casio Databank y el CMD40B-1Z Technoware Calculator TV Remote Watch -la maestra de biología sigue buscando por qué se apagaba la televisión del video sobre ósmosis y difusión.-
Luego tuve un reloj del que me merecí un reconocimiento escrito de “The Woz”, diciendo que soy una buena persona por comprar el Nixie Watch de Cathode Corner. Todos muy geek, ninguno agregaba, pero eran “piezas de conversación”.
Ahora llevo más de un año utilizando un smartwatch y me parece entender por qué difiere de un accesorio, un gadget y un reloj. Más que implantes invasivos preferimos, hoy en día, tomar objetos familiares y permitirles conectarse con nuestro entorno, como un reloj. Algo que nos notifique y permita controlar cosas básicas que nos rodean o, incluso, las que pasan en nuestro interior.
Estos relojes reciben un enhancement (mejora en español). Agregan al poder de procesamiento de nuestro celular una pantalla que no estorba y permite controlar la música, lo que vemos con el Chromecast e incluso las luces de la casa (lo hago con el Philips Hue). Hoy nos enteramos y tomamos decisiones informadas con movimientos gestuales de la muñeca. Ahora sólo tienen que mostrar más nuestra identidad (e individualidad), algo en lo que muchos ya se encuentran trabajando.
El profesor S. Shyam Sundar, del Laboratorio de Investigación Sobre Medios de la Universidad Estatal de Pennsylvania (PennState), menciona que “las herramientas para la personalización estética pueden incrementar el apego de la gente a un dispositivo, sin importar su cultura. Cuanto más personalices tu teléfono o reloj por razones estéticas reflejará aún más quién eres. Verás a tu teléfono como te ves a ti”.
Por ahora no me informaré o educaré desde el reloj, pero las notificaciones me permiten ser eficiente y aprovechar el tiempo de mejor forma. Tal vez pueda olvidarme del reloj hasta la siguiente notificación en mi muñeca, que por ejemplo podría ser cuando se desconecta de mi celular al alejarme de la caja del súper y me alerta de que estoy olvidando mi móvil ahí (dolor de cabeza evitado). Pero aún más cuando se me ocurra cambiar la música de la sala por #ruidoblanco sin hurgar en mis bolsillos.