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El problema no es el hoyo por el que se escapó del Penal del Altiplano Joaquín El Chapo Guzmán. Tampoco si el escape se documentó en video con o sin audio. No, el problema es que la fuga del más buscado jefe criminal provocó el mayor “boquete” a la gestión del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Un “boquete” mayor al ocasionado por “la casa blanca”, Iguala, Tlatlaya y otros escándalos que han debilitado la imagen presidencial ¿Por qué es el mayor boquete?
Porque si bien los otros escándalos mostraron a un gobierno en medio de un claro conflictos de interés y en problemas con los derechos humanos, también es cierto que la fuga de El Chapo —y la filtración interesada del video con audio— dejaron ver la peor cara de todo gobierno —en México y el mundo—, la cara de la ineficacia.
Ineficacia del sistema carcelario y para mantener preso al criminal más buscado; para acelerar su proceso penal o, incluso, para lograr su extradición.
Ineficacia para identificar y sancionar a los presuntos responsables de la fuga, ya que nadie sabe si todos los que están en prisión son culpables o si están en prisión los verdaderos presuntos responsables.
Ineficacia en la inteligencia del Estado, que nada vio, escuchó y nada hizo para prevenir la fuga. Es decir, que la inteligencia del Estado; el Cisen, no sirven para nada.
Ineficacia para preservar como reservada y secreta la información y las pruebas —como el video de la fuga—, que hoy son exhibidas como si se tratara de un espectáculo de circo.
Ineficacia para localizar “el pinchazo” “el pitazo” o “la fuente” que hizo llegar a los medios el video.
Ineficacia para un efectivo control de daños, a pesar de que queda claro que asistimos a un nuevo escándalo deliberado —y en muchos casos mentiroso—, con la intención de seguir con la demolición de la imagen del gobierno; demolición con fines político-electorales.
Y lo peor del asunto es que sumadas la desconfianza social por tal o cual gobierno y la ineficacia de ese gobierno, la resultante inevitable es una crisis de gobernabilidad
El golpe político y el mapa para 2018. Pero el “boquete” provocado en el gobierno por la fuga de El Chapo y por la revelación del audio durante la fuga —revelación que, nos guste o no, es un saludable golpe periodístico—, también derrumbó proyectos políticos y canceló candidaturas.
Para nadie es secreto que el principal golpe político por la fuga de El Chapo lo recibió Miguel Ángel Osorio. Tampoco es nuevo que hasta antes del escape, el titular de Gobernación era puntero en la carrera presidencial.
Lo cierto es que Osorio sigue en el cargo por razones que en política son fundamentales: por la confianza del presidente y porque luego de la fuga se comprometió —en tanto cabeza del gabinete de Seguridad—, a que llevaría al Chapo de vuelta a prisión. Hoy se sabe que el gobierno federal pisa los talones al Chapo y que el jefe criminal podría caer en cualquier momento.
Golpe a los tres poderes. Sin embargo, mientras eso ocurre, se produjo la filtración del video con audio, del momento en que El Chapo se mete al hoyo por el que escapó de su celda. Lo que escuchamos no es más que la confirmación de la ineficacia de toda la cadena del sistema de persecución de los delitos y de la supuesta impartición de justicia.
Acoplados el video y el audio, se confirma que el sistema carcelario de supuesta “alta seguridad”, en realidad es una caricatura digna de uno de los clásicos de Chaplin.
¿Quién filtró el video con audio? ¿Para qué o por qué la filtración?
Nadie tiene respuesta a las preguntas anteriores. Lo que se sabe es que nunca se sabrá nada sobre quién y por qué la filtración.
Lo que se sabe, porque está a los ojos de todos, es que le pegó a la imagen del gobierno de Peña Nieto; le pegó en la línea de flotación al propio presidente. Le pegó al titular de Gobernación, a la titular de la PGR, le pegó al Congreso de la Unión y le pegó al Poder Judicial. En suma, la revelación del audio pega a los tres Poderes de la Unión.
Y es que golpea severamente la estabilidad del Estado; revela la debilidad institucional y exhibe que todo el sistema está podrido. Y es que si alguien, desde un puesto clave, filtra un video clave, que es parte de un expediente clave, en un caso clave; entonces no existe certeza y menos confianza en ninguna de las etapas de un proceso legal; no existe confianza en las instituciones encargadas de la custodia de las pruebas de un juicio.
Y cualquiera puede manosear las evidencias, robarlas, alterarlas, sustituirlas; cualquiera puede comprar a un juez, a su secretario, a cualquier servidor público de la cadena de custodia de las pruebas y pagar unos pesos para exhibir públicamente esas pruebas.
El Chapo, las mentiras y el video. Pero si a todas las deficiencias enumeradas —ocurridas al seno de los tres Poderes—, se suma el odio, la mentira y la campaña de descrédito de un sector bien identificado contra el gobierno federa, el potaje suele ser una montaña de desinformación, de medias verdades y mentiras completas. ¿Tienen dudas?
Como saben, el senador Alejandro Encinas —el mismo que en su oficina de entonces diputado escondió al primer narcodiputado, Julio César Godoy, acusó a todos los servidores públicos que el 16 de julio comparecieron ante la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, de haber mentido y ocultado información. Además dijo que se ocultó el audio del video de la fuga.
El senador Encinas participó en dicho encuentro, en tanto integrante de la Comisión Bicameral. Lo curioso —y no por ello menos grave—, es que Encinas se refirió a una reunión que por ley y por su naturaleza es o debió ser secreta.
Por tanto, Alejandro Encinas falta a la ley y al secreto de lo revelado en dicha comisión. Pero el asunto es peor si se toma en cuenta que para probar si el senador Encinas miente o si mintieron los titulares de Gobernación, PGR, Cisen y los comisionados de Seguridad Nacional y de la Policía Federal, será necesario revelar el contenido de la reunión secreta.
¿Quién miente? ¿El senador Encinas o los funcionarios públicos? ¿Qué sanción amerita un senador que violentó el secreto de una reunión de Seguridad Nacional?
En realidad el senador Encinas incurre en la misma falta que comete quien filtró el video con audio. ¿Y quien lo va a sancionar? Al tiempo.
En el camino. De vergüenza el intento de censura al documental La noche de Iguala. Promotores y firmantes de esa censura son iguales al PRI del 68 y a dictaduras como la de Maduro y los Castro.
www.ricardoaleman.com.mx
twitter: @ricardoalemanmx