Horas después de que Manlio Fabio Beltrones declinó su aspiración presidencial a favor de Enrique Peña Nieto —al inicio de 2012—, el sonorense expuso ante un grupo de amigos las razones por las que dejó el camino libre a Enrique Peña Nieto.
Beltrones había ponderado escenarios y posibilidades de su aspiración y —pragmático como es—, aceptó que eran pocas las probabilidades de obtener la candidatura presidencial por el PRI.
Sin embargo y luego de reconocer que nada tenía que hacer ante Peña Nieto, confesó ante el breve grupo de amigos la convicción política y de poder de uno de los productos más acabados del PRI.
Les dijo tajante a sus cercanos: “Le deseamos la mejor suerte a Enrique Peña Nieto, vamos a apoyar con todo su candidatura presidencial… pero también en este momento empezamos la campaña para 2018”. Beltrones perdió una batalla, no la guerra.
Y es que el sonorense entendió uno de los principios básicos de la política y la lucha por el poder; que el profesional de la política lo es no sólo de tiempo completo sino de toda la vida y aún más allá de la muerte. Es decir, que para Beltrones la lucha por el poder presidencial es una carrera de vida y aún más allá.
Principio que —por ejemplo—, entiende y domina a la perfección otro animal político —en riguroso sentido aristotélico—, como Andrés Manuel López Obrador, que va por su tercer intento de ser presidente de los mexicanos, ahora por Morena.
Beltrones y AMLO; en la boleta de 2018. Y llama la atención que mientras en el PAN y el PRD la disputa interna se decanta a favor de dirigencias juveniles, en el PRI y en Morena apuestan por la madurez, la experiencia y la sabiduría de los viejos para su dirigencia y para su candidatura presidencial.
Nadie duda que en el PRI Beltrones es visto como el más acabado cuadro en décadas. Y en el caso de Morena todos saben que pronto será relevado Martí Batres y que son muchos los indicios de que a la cabeza formal del partido de AMLO llegará un dirigente maduro.
Sin embargo, lo más interesante de la sucesión presidencial adelantada —lo que se confirmó con la designación de Beltrones al frente del PRI—, es el mensaje nada subliminal y harto claro que manda la casa presidencial a los adversarios políticos rumbo a 2018. ¿Y cual es ese mensaje?
1.— Que López Obrador no está solo en la contienda presidencial y que ya existe un claro adversario, del PRI, también en campaña.
2.— Que el PRI tiene en Beltrones a un peso pesado capaz no sólo de hacerle frente a López Obrador y a Morena, sino que se trata de un político que puede enfrentar una potencial alianza PRD-PAN en 2018.
3.— Y que Beltrones tiene dos elecciones y todo lo que eso significa —las elecciones de 2016 y 2017—, para convertirse en la figura más destacada del PRI; tiene el pretexto ideal para recorrer el país como activista en busca no sólo de votos para su partido sino aliados para su causa; acuerdos para su potencial candidatura presidencial y todos los elementos para hacer crecer popularidad e imagen; condiciones que aún no lo acompañan.
Beltrones en campaña. Y es que —en los hechos—, Beltrones podría tener de su lado a la mitad de los gobiernos estatales del país —al mismo número de Congresos locales—, y al 80% de los gobiernos en manos del PRI. Vale recordar que en 2016 se renovarán 12 gobiernos estatales; todos ellos con una fuerte presencia del PRI. En 2017 se renovarán dos gobiernos estatales, también de influencia del tricolor.
En total 14 gobiernos que le deberán una potencial victoria a Beltrones. Eso sin tomar en cuenta que el sonorense ganó las elecciones de Sonora, Guerrero y algunas del PRD y del PAN en la pasada jornada electoral. En suma, que el nuevo jefe nacional del PRI podría tener en la bolsa a por lo menos 16 gobiernos estatales; más de la mitad del país.
Todo ello sin contar con la fuerza política, de imagen, popularidad y de negociación que le dará la presidencia del PRI en la segunda mitad de la gestión de Peña Nieto; una fuerza y una presencia mayor que la de cualquiera de los secretarios del gobierno de Peña Nieto.
En pocas palabras, Beltrones, tiene todo para convertirse —desde el momento que se siente en la silla del PRI—, en una suerte de súper secretario de Estado; con más influencia y poder que cualquiera de “los hombres del Presidente”.
Con esa realidad —y todo lo que significa—, Beltrones abrirá un peligroso flanco de conflicto entre el jefe nacional del PRI y los aspirantes de la llamada Triada. Y es que no se quedarán con los brazos cruzados los gobernadores, secretarios de Estado o líderes del PRI que aspiren a 2018.
Saldrá del PRI a finales de 2017. ¿Quién, con el poder que tendrá Beltrones le podrá arrebatar la candidatura presidencial por el PRI? ¿Quién tendrá la capacidad política para competir contra Beltrones en la contienda para 2018?
Lo cierto es que si el sonorense quiere llegar con vida para 2018 y si quiere convertirse en el candidato presidencial, está obligado a ratificar no sólo lo que todos saben; que es un buen operador político y un ganador en las contiendas electorales, sino un verdadero líder social.
Por eso, Beltrones tiene previsto renunciar al PRI en agosto de 2017, justo a tiempo para que el partido tricolor pueda procesar su candidatura presidencial de 2018. De esa manera no será juez y parte pero tendrá todo para convertirse en abanderado del PRI.
La gran pregunta es si lo dejarán llegar gobernadores adversarios, La Triada y otros centros de poder que harán todo por reventar a un político que —incluso—, han tratado de tirar desde el gobierno de Estados Unidos.
Ojos y oídos de Peña en el PRI. Por lo pronto, la verdadera sorpresa fue la designación como compañera de viaje de Beltrones al PRI —desde Los Pinos—, de la poco o nada conocida Carolina Monroy del Mazo, prima del Presidente y un perfil francamente menor. ¿Quién es Carolina Monroy del Mazo?
Además del parentesco con Peña Nieto y de su paso por la alcaldía de Metepec —parte del territorio del Grupo Atlacomulco—, hasta hace una semana nadie sabía quién era. ¿Por qué ese bajo perfil y por qué el parentesco con Peña Nieto?
Porque Carolina Monroy será ojos y oídos de Los Pinos en el PRI; igual que el esposo de Carolina es ojos y oídos de Los Pinos en la Sedesol; igual que Luis Miranda es ojos y oídos de la casa presidencial en Gobernación.
¿Alguien duda que Beltrones será el candidato presidencial del PRI en 2018? Al tiempo.
En el camino. Increíble la autocrítica al interior del PRD. Impensable en tiempos de AMLO.
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