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Podrán decir misa y sermonear lo que gusten. Decir, por ejemplo, que Mercedes Juan no la hizo en Salud, que Lozoya colisionó con Videgaray, que la paraestatal petrolera requería un técnico en “pasivos” —como el que dirigía el IMSS—, y que, en Salud, era urgente un político y administrador como Narro.
Y es probable que tengan razón en las apreciaciones y especulaciones sobre las causas que motivaron los cambios del gabinete presidencial. Sin embargo, nadie puede ni debe olvidar que sobre las razones que justifican los cambios gravita un interés y una lucha superiores.
Y ese interés y esa batalla se llama “sucesión presidencial de 2018”.
Como saben, la tarde de ayer el presidente Peña Nieto dio posesión a José Antonio González como nuevo director de Pemex; a Mikel Arriola como nuevo director del IMSS y a José Narro como nuevo secretario de Salud. ¿A qué obedecieron los cambios? Está claro que se vive una de las mayores crisis petroleras de la historia, pero también es cierto que en México está abierta la sucesión presidencial.
Y es que, como también saben, la segunda mitad del sexenio —en la peculiar política mexicana—, es de acomodos y ajustes entre los grupos políticos que pelean la sucesión en el primer círculo presidencial. Todos mueven sus piezas, acomodan fichas, jugadores y hacen lo necesario para salir lo mejor librados posible. Para ganar.
Y no, no se trata de negar la emergencia económica, de ignorar la crisis global por la caída del precio del petróleo, tampoco las devaluación del peso frente al dólar y menos voltear para otro lado ante el severo ajuste que deberán sufrir las finanzas públicas. No, todos esos escenarios son reales y deben ser enfrentados.
Sin embargo, la gravedad de la crisis económica no excluye la batalla por la sucesión presidencial. Y en esa batalla, Luis Videgaray lleva delantera, a pesar de que en las encuestas está muy lejos de los punteros en el PRI, como Miguel Osorio,
Manlio Fabio Beltrones y Eruviel Ávila.
¿Tienen dudas del poder político de Videgaray?
Basta recordar que Videgaray metió a los suyos a las candidaturas de Tamaulipas, con Baltazar Hinojosa; Chihuahua, con el ex diputado federal Enrique Serrano, y Durango, con Esteban Villegas, ex diputado local. Los tres fueron coordinadores regionales de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Además de que fue determinante el apoyo de Videgaray en Oaxaca, con Alejandro Murat, ex titular del Infonavit, ex diputado federal y egresado del ITAM. Y si faltara, Videgaray fue clave en la victoria del tramposo Ignacio Peralta, de Colima.
En el gabinete federal, pertenecen al grupo de Videgaray el hoy director de Pemex, José Antonio González, ex titular del IMSS; Mikel Arriola, director del IMSS y ex titular de Cofepris; Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública, ex consejero electoral, egresado del ITAM; José Antonio Meade, secretario de Desarrollo Social, ex Canciller, ex secretario de Hacienda, ex secretario de Energía y egresado del ITAM, además de los eficientes Enrique Ochoa Reza, director de la CFE —egresado del ITAM—, y Pedro Pablo Treviño, director de Lotería Nacional y Pronósticos Deportivos.
Así, o más claro. Al tiempo.
EN EL CAMINO. Jura y perjura el candidato del PRD y PAN a Durango, que nada tiene que ver con la tercera esposa de El Chapo, Emma Coronel Aispuro. Dice José Rosas Aispuro: “Seguramente el origen del apellido es el mismo, pero no la conozco y no tengo nada que ver con El Chapo”.
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