El “albazo” del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) —que sin argumentos pretendió tirar la verdad oficial sobre el crimen de los 43— fue entendido por el gobierno federal como traición a la confianza que los trajo a México.

Y es que los dizque peritos cruzaron la línea científica y se metieron al espectáculo político al sumarse —sin argumentos— a la postura de los expertos de la CIDH, quienes a partir de intereses políticos también descalificaron la versión oficial sobre la tragedia.

Sin embargo, está claro que el gobierno federal teme denunciar la farsa. Algunos dicen que no es “políticamente correcto”, sobre todo cuando los ojos del mundo y de la jerarquía vaticana están puestos en México.

Otros aseguran que exhibir en este momento y de manera pública el engaño y la intolerable intromisión política de los argentinos, así como la facciosa postura de la CIDH, sería echar gasolina a la crisis de derechos humanos.

En lo que sí existe consenso entre los estrategas oficiales es que “el albazo” y “la traición” de los forenses argentinos —a casi 24 horas de la visita de el papa Francisco—, es una muestra de la perversión interna y los intereses externos que se mueven contra el gobierno mexicano.

¿Y quiénes son los interesados en debilitar la imagen del gobierno y de las instituciones del Estado?

Todos lo saben; los mismos derrotados en las tres recientes elecciones presidenciales; los mismos que intentaron derribar a los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto; los mismos que inventaron la botarga de “No más sangre”; los mismos que festejaron la fuga de El Chapo y los mismos enojados por la recaptura del criminal; los mismos que cuestionaban “la incapacidad” del gobierno federal para acabar con el crimen organizado y que, al mismo tiempo, hacían negocios con El Chapo y con otros criminales.

Por eso la pregunta: ¿Quién será el valiente, en el gobierno federal, que denunciará “la mano que mece la cuna” detrás del manoseo del crimen de los 43? ¿Quién será capaz de poner alto a mafias externas e internas que mienten y engañan a millones de ciudadanos, quienes sólo ven pasar los obuses de una pelea por el poder presidencial? ¿Quién dirá a la sociedad que a esos grupos no les importan los 43, frente a su interés por el poder presidencial?

Por lo pronto, voces sensatas en el gobierno recomiendan que las instituciones se queden con su golpe —una vez que argentinos y expertos de la CIDH pretendieron tirar la verdad histórica del crimen de los 43—, en espera de que pase la emergencia de la visita del papa Francisco.

Superado el trance, se retomará la estrategia original. Es decir, la designación de un tercer grupo de verdaderos peritos, verdaderamente independientes, sin interés político y sin
vínculos con las mafias que buscan medrar con dinero público, debilitar al Estado y arrebatar el poder a la mala.

Y es que la repentina reaparición de los peritos del EAAF se debió a dos variables fundamentales. Primero, que todo estaba listo para el anuncio de los integrantes del grupo de verdaderos expertos independientes para realizar el tercer peritaje del basurero de Cocula. Y segundo, la visita del papa Francisco.

El “albazo” pretendió matar el tercer peritaje a los ojos del Papa. ¿Por qué? Porque los argentinos y los expertos de la CIDH saben que un peritaje serio los dejará en ridículo y terminará por acabar con la especulación y la farsa.

Lo malo es que se perdió la credibilidad en las instituciones.

Al tiempo.

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