La pregunta recorre comederos políticos y círculos de poder. ¿Cuánto tardarán en aparecer los presidenciables del PRI? La pregunta es obligada luego de los destapes adelantados de Margarita Zavala y Miguel Mancera.

Pero la respuesta a la interrogante anterior está muy lejos. ¿Por qué? Porque ni hoy, ni mañana, ni el próximo año veremos desfilar de manera pública y con bombo y platillo a ninguno de los presidenciables del PRI.

Y no los veremos por lo menos en los próximos dos años porque aquel que se atreva a sacar la cabeza será decapitado de inmediato. Es decir, que si “se le queman las habas” a alguno de los “suspirantes” del tricolor, le cortarán la cabeza de inmediato. ¿Por qué?

Porque cualquiera del gabinete, del PRI o cualquier gobernador tricolor que de manera pública siquiera insinúe que busca relevar a Peña Nieto, estará enviando el mensaje de que en su opinión el sexenio ha terminado. Y no habrá mayor ofensa para el Presidente —jefe político real del PRI—, que alguno de sus colaboradores o correligionarios trate de empujarlo rumbo a la puerta de salida.

Más aún, si algún inquieto del PRI pierde el control y de manera pública deja escapar sus pretensiones, puede ser considerado como autor de un golpe de Estado político y —de inmediato—, se sumará a la lista de potenciales cambios en el gabinete que se podrían producir en cualquier momento.

Y es que las cosas en el PRI de hoy son muy distintas a lo que ocurrió en el PRI de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. En esos dos sexenios los gobernadores del PRI eran los jefes del partido en sus estados. Hoy el presidente Peña Nieto es el jefe del partido en todo el país.

Hoy los gobernadores del PRI que aspiren a la candidatura presidencial de 2018 deben pasar la prueba de las urnas y los secretarios de Estado deben pasar la prueba de la eficacia. Por eso, a diez días del domingo 7 son muchos los gobernadores del PRI que cayeron en desgracia al no pasar la prueba de las urnas; Nuevo León, Jalisco, Querétaro, Colima y San Luis Potosí, entre otros.

A su vez, no pocos secretarios de Estado están en capilla ante lo que parece un inevitable relanzamiento del gobierno federal. Y es que luego del mensaje de las urnas —del domingo 7—, y frente a los efectos de la adelantada sucesión presidencial, el presidente Peña Nieto está obligado a reacomodos urgentes y profundos en su equipo de colaboradores.

Peña Nieto requiere engranar dos necesidades inevitables. La primera es enfilar a los potenciales presidenciables y, al mismo tiempo, lograr un perfecto reacomodo en su gabinete para conseguir la mayor eficacia en la segunda mitad de la gestión. Del manejo adecuado de esas dos variables dependerá el éxito de su gestión y su salida. Y si pierde el control de la sucesión, pierde todo.

En cambio, para la derecha y las izquierdas —Margarita Zavala, Miguel Mancera y AMLO—, la prioridad es adelantar la sucesión, sembrar la idea de que el sexenio llegó al final, combatir con todas sus fuerzas al gobierno de Peña Nieto y crear la percepción de que la prioridad es, justamente, la sucesión presidencial. Es decir, cada quien está en su juego.

¿Quién resultará vencedor? ¿Ganarán los que apuestan por el fin del sexenio? ¿Ganará Peña Nieto, que hará todo por controlar la sucesión y el éxito de la segunda mitad de su gobierno? En política todo puede ocurrir en tres años. Incluso que no pase nada. Al tiempo.

EN EL CAMINO. Que Miguel Mancera también hará cambios. ¿Será?

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Twitter: @ricardoalemanmx

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