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Todos los capitalinos han escuchado —durante los primeros tres años de gobierno de Miguel Mancera—, que en el Distrito Federal no hay crimen organizado.
En días pasados, el diario Milenio hizo pública la respuesta a una solicitud de información a la PGR en la que pedía confirmar y/o negar la existencia de crimen organizado en el Distrito Federal. La respuesta sorprendió: La PGR no tiene documentada la existencia de crimen organizado en la ciudad capital.
Frente a esa situación el portal www.letraroja.com.mx siguió una pista que todos conocen sobre el crimen organizado en el DF; La Unión de Tepito, organización criminal que nació a finales de los años 90, y que no es otra cosa que un grupo delictivo cansado de la extorsión de otros grupos criminales que se organizó para defenderse.
Los fundadores de La Unión juraron proteger a su gente, se armaron y capacitaron, son delincuentes que se cuidan de otros delincuentes. Por eso crearon una barrera casi indestructible que incluye —con cañonazos de dinero—, a policías del DF. Se calcula que son un grupo de 20 mil personas que se encargan de la seguridad de vendedores y compradores del Barrio Bravo.
Mafia de millones. El control de La Unión ya rebasa Tepito; su influencia está en todo el centro del Distrito Federal y llega a otras regiones. Por eso las disputas. Los locatarios pagan a La Unión entre 10 mil y 15 mil pesos mensuales por su seguridad. Los que descargan mercancía pagan 20 mil.
El grupo criminal identifica con un sello los locales bajo su control como aviso para los ladrones. La marca lleva implícito un mensaje: “Aquí no puedes robar”. El grupo criminal está a la vanguardia ya que instaló cámaras de seguridad en los locales para obtener la imagen de los ladrones.
Si algún locatario sufre un robo o extorsión La Unión le hace una visita, revisan los videos y ubican al ladrón. En una primera oportunidad lo buscan en su casa y lo convencen para que regrese lo robado. No existe la segunda oportunidad, si reincide, lo matan.
La Unión patito y la falsa identidad. El éxito de la organización criminal es tal, que en meses recientes surgió una falsa Unión —que no es la de Tepito—, y que se ha colgado de “la fama”, el miedo y “la escuela” que tiene esta organización para amenazar a locatarios en el Centro, la Lagunilla y Santo Domingo.
El nuevo grupo criminal también ofrece protección y ellos mismos se dedican a robar y extorsionar a locatarios. Los que se resisten terminan muertos.
Apenas en agosto —y siempre de acuerdo con el mismo portal—, cerca de 30 jóvenes armados recorrieron locales del Centro para amedrentar y exigir cuotas de 800 a mil pesos semanales a los locatarios. Estos hechos tienen cansados a los vendedores que incluso han salido a manifestarse y piden la ayuda del gobierno local.
Y es que la falsa Unión tiene un “arma secreta” que pocos grupos criminales conocen; la falsificación de identidad. Resulta que la familia Miranda tiene el control de la falsificación de documentos públicos en Santo Domingo; consiguen desde títulos, cédulas profesionales, actas de nacimiento y pasaportes, hasta cédulas de identidad para centroamericanos.
Su especialidad es la falsificación de documentos fiscales, y tienen imprentas, además de equipo especializado para la falsificación de billetes.
Pocos saben que el líder de esta falsa Unión se llama Roberto Fabián Miranda Ramírez, alias El Betito, El Alex Sintek o El Chaparro. Estuvo implicado en la muerte de una mujer de origen chino en Tepito. Sin embargo, gracias a su “arma secreta” lo hicieron pasar por muerto para evitar su detención.
Como si se tratara de un guión cinematográfico, El Betito falsificó la documentación de su muerte, pero sigue vivo. Incluso intentó cambiar de nombre y se hacía llamar Arturo Rojas. Pero da la casualidad que las mismas autoridades que lo buscaban, eran parte de su protección.
Pero la historia no termina ahí. Según el mismo portal, gracias a él trabajan dos hermanos a quienes apodan Los Príncipes, la banda se encarga de las ejecuciones, además de tener el control y venta de droga para el narcomenudeo en buena parte del Distrito Federal. También se dedican a la venta de “ladrillos” de droga en Tepito y zonas de la colonia Guerrero, Iztapalapa y Centro.
Los Príncipes se encargan de amenazar de muerte a los vendedores de la zona que no quieren pagar las cuotas de protección o rentas. Y por si esto no fuera suficiente, el máximo distribuidor de la droga en la plaza de Santo Domingo es el papá del líder de la falsa Unión y ha sido identificado como Facundo Fabián Miranda.
También hay policías piratas. Según las mismas fuentes, para cometer todo tipo de delitos, policías ministeriales del DF como de la Procuraduría General de Justicia local están coludidos con los delincuentes y se encargan de facilitar la venta y distribución de droga así como el cobro de rentas.
Por esta protección se les paga 100 mil pesos quincenales que se reparten entre sus mandos directos. Los policías no existen en Tepito, son ignorados por los pobladores, no tienen un gramo de autoridad.
De acuerdo con testimonios, los policías de verdad se encargan de los ladrones “menos profesionales”. A ellos les cobran mil o dos mil pesos para dejarlos robar sin ser detenidos.
Si un ladrón menor es atrapado, lo suben a la patrulla, le dan unas vueltas, le quitan lo que robó y lo dejan libre. Algunos locatarios cuentan que los policías tienen credenciales con su foto, pero con otros nombres. Son policías pirata. Cuando se produce una muerte, no se meten y la mayorías de las veces saben quién y por qué perdió la vida.
Otra de las actividades centrales de los policías pirata es la custodia de camiones robados que salen de Tepito rumbo a Guadalajara para repartir los productos en otros estados. Marcas como Hugo Boss, Cartier, Ferragamo, Ermenegildo Zegna son vendidos en tiaguis de todo el país e incluso en tiendas departamentales que consiguen el producto a bajo costo pero lo venden a precios de mercado formal.
¿De verdad no existe crimen organizado en el DF?
Al tiempo.
En el camino. El domingo 11 de octubre aquí dijimos que existía riesgo de que en la Junta de Gobierno de la UNAM “se polarizaran las posturas a favor de Bolívar y Alcocer” y que ante esa situación sería inevitable “la tercería, en la que aparecen, en ese orden, Enrique Graue y Leonardo Lomelí”. El tiempo y la razón. Hoy el rector es Enrique Graue.
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