La violencia criminal ya es un factor determinante en las elecciones de algunas entidades del país. ¿Por qué?

Porque existen regiones, estados y municipios en donde los candidatos de todos los partidos no pueden entrar y menos hacer proselitismo.

Porque existen lugares en donde las campañas se suspenden cuando la luz del sol desaparece —para evitar riesgos a candidatos—, y porque existen municipios, estados y regiones en donde los aspirantes deben realizar proselitismo resguardados por escoltas.

Porque existen candidatos que buscan el voto enfundados en chalecos antibalas y porque son muchos los distritos y municipios en donde aspirantes de diversos partidos han desertado, luego de recibir amenazas del crimen organizado.

¿Esas elecciones son legítimas y democráticas?

Y el ejemplo emblema de que en algunos estados ser candidato es comprar pase a la muerte, es el de Ulises Quiroz, del PRI-Partido Verde al municipio de Chilapa, Guerrero, asesinado el viernes 1 de mayo luego de presuntas amenazas para declinar su registro. A su vez, el suplente, José Santos Valdivia, anunció que no asumiría la candidatura. ¿Por qué? Porque dijo tener miedo.

¿Alguien imaginó una elección en donde el miedo derrota a los candidatos y secuestra los votos?

Pero hay más. El candidato del PAN al gobierno de Guerrero, Jorge Camacho, reconoció tener miedo frente al clima de violencia. Dijo que en las mañanas, antes de salir a buscar votos “pido a Dios regresar con bien”.

Y si existe duda que en México vivimos elecciones del miedo, va un resumen de los crímenes de los últimos dos meses.

Hace horas, el PRD hizo público el presunto secuestro de Juan Mendoza, candidato a alcalde de San Miguel Totolapan, Guerrero. Horas después se encontraba a salvo. El 25 de abril, el candidato del MC a Guerrero, Luis Walton, fue encañonado en una de las avenidas principales de Chilapa.

El 11 de marzo, la precandidata del PRD a la alcaldía de Ahuacotzingo, Guerrero, Aidé Nava González, fue asesinada. Su cuerpo fue encontrado decapitado.

El 28 de marzo el regidor priísta y precandidato al municipio de San Pedro Tlaquepaque, Jalisco, Feliciano García Fierros, fue asesinado a balazos al salir de una reunión de concesionarios de transporte público.

El 23 de marzo fueron localizados los cadáveres de dos activistas del PAN en Chihuahua, arrojados al Libramiento Oriente de la carretera a Aldama, con dirección a Ciudad Juárez.

El 10 de marzo fue acribillada Adela Carrillo Sánchez, dirigente priísta en Tlalnepantla; ataque en el que también falleció su pareja Mauricio Cornejo; crímenes al calor de la disputa por las candidaturas a puestos de elección popular.

El 10 de febrero de 2015 la profesora Linda Hernández Salas, hija del candidato a la diputación federal por Movimiento Ciudadano, Pedro Tiburcio, fue asesinada.

El 20 de febrero de 2015, en Medellín, Veracruz, la presidenta del Comité Municipal del PRI, Cecilia Izaguirre Camargo, fue asesinada a balazos.

El 19 de febrero de 2015, Guillermo Cisneros Chegüe, ex regidor del PAN en Acapulco, y precandidato a la alcaldía del puerto, fue asesinado en plena zona turística.

El 18 de febrero de 2015 el precandidato del PRD a la diputación federal por el distrito de Tlaxiaco, Oaxaca, Carlos Martínez Villavicencio, junto con dos personas (también perredistas), fueron asesinados en una emboscada por la zona indígena Triqui.

Botones de muestra de que votos y votantes también son víctimas del crimen y la violencia. ¿Y a quién le importa? Al tiempo.


Twitter: @ricardoalemanmx

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