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Para tener el pico largo se debe tener la cola corta, reza un refrán que cínicamente ignora el ex gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, al exigir al PRI “frenar los excesos de gobernadores, legisladores y militantes” y “combatir frontalmente la corrupción”. No se critica la exigencia, que es clamor ciudadano, sino al inmoral que la plantea, un político cuya historia está repleta de abusos de poder, excesos y corruptelas.
Ruiz (des)gobernó a la marginada Oaxaca de 2004 a 2010. Fue el responsable político de la insurrección social de 2005 y 2006. Entonces, junto con los panistas Fox y Calderón, se cerró al diálogo y optó por la violencia contra el magisterio, en la negociación salarial del año 2005. La Sección 22 respondió con protestas, paros y vandalismo. El apoyo de organizaciones sociales y de grupos radicales vinculados a la guerrilla (la APPO), escaló la violencia y obligó a la intervención masiva de fuerzas federales. Aquella represión devolvió a Oaxaca un margen mínimo de gobernabilidad en el que grupos policiacos que los oaxaqueños bautizaron como las “caravanas de la muerte” intensificaron la persecución selectiva que habría dejado, al final de aquel conflicto, al menos 50 muertos, según documentó la Comisión de la Verdad, encabezada por el padre Alejandro Solalinde.
Esa película es muy parecida a la que hoy se exhibe en Oaxaca. El inicio, registrado en Nochixtlán el pasado 19 de junio, es casi idéntico. El desenlace podría ser igual o peor si prevalece la cerrazón en las dos partes.
Hace diez años, no obstante, el colmo era que mientras el desgobierno se extendía, Ulises Ruiz se enriquecía con negocios privados financiados con fondos públicos. Su secretario de Salud, Martín Vázquez, por ejemplo, fue acusado de desviar al menos mil millones de pesos que se presupuestaron para la construcción de una urgente red hospitalaria, de la que 100 clínicas quedaron sin terminar, mientras que en la Ciudad de México, la esposa del señor gobernador inauguraba en Periférico Sur un hospital llamado Sedna, especializado en la atención a la mujer.
Miguel Ángel Ortega Habbib, el secretario de Finanzas de Ulises, hoy prófugo de la justicia, llegó a desviar recursos por mil 200 millones de pesos que depositó en cuentas personales de HSBC, delito por el que ahora están presos en Puente Grande, Jalisco, su hermana, su sobrino y una trabajadora doméstica.
Y así muchos otros casos, entre ellos los de Froylán Cruz Toledo y Emilio Mendoza Kaplan, ambos ex directores del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), dependencia a la que la SEP de Aurelio Nuño le devolvió, por obra de la reforma educativa, la rectoría del estado en la materia.
La CNTE, al igual que el SNTE, ha hecho de la venta de plazas de maestros un negocio de muchos miles de millones de pesos, lo que además de ilegal es injustificable. Pero el big business se sigue haciendo desde los cargos directivos del IEEPO, de donde, qué bueno, sacaron a los comisionados sindicales, pero donde aún permanecen funcionarios públicos que siguen medrando.
Manlio Fabio Beltrones renunció el lunes pasado a la presidencia del PRI, después de los malos resultados del 5 de junio. Atribuyó la derrota, en su discurso-renuncia, a los malos gobernadores, corruptos e impunes. Ruiz fue uno de ellos, por eso el tricolor perdió Oaxaca hace seis años. Además, como delegado priísta en Quintana Roo, perdió la reciente elección. Y también perdió en Oaxaca, donde se alió al gobierno en turno, al PAN y al PRD, con tal de que no ganara, como ganó, el hijo de su ultra enemigo. En Quintana Roo engañó a su amigo Roberto Borge y dispuso de los millonarios fondos de la operación electoral; y en Oaxaca traicionó a su partido. Aún así se montó a la línea discursiva de Manlio, la de culpar a la corrupción y al mal gobierno.
Ulises Ruiz es el arquetipo del político marrullero, corrupto y traidor que el PRI ya no debe permitir en sus filas si es que verdaderamente quiere recuperar la confianza ciudadana. Pero pillos como él no son exclusivos del priísmo. Ahí tiene usted a los Chuchos del PRD o al calderonismo panista. El problema está en esa partidocracia quebrada por la desconfianza ciudadana y, por eso, escuchar a un inmoral como Ulises hablar de buen gobierno y combate a la corrupción sólo puede ser cinismo o una broma macabra.
rrodriguezangular@hotmail.com
@RaulRodriguezC