Son muchos los años en los que nos han excluido en el destino del país. Es fácil identificar que juegan con nosotros. Hemos estado condenados a repetir la historia, cada sexenio tenemos los mismos resultados: gobernantes corruptos y detenidos, pueblos endeudados y quebrados financieramente, crecimiento del crimen organizado y altos índices de inseguridad. Y nosotros aguantando.
Es fácil identificar que no estamos en donde queremos sino que nos ubicamos en el lugar al que nos han llevado sin siquiera consultarnos.
Ellos, los políticos de siempre con sus partidos, nos han echado a un lado. Nunca nos han preguntado ni tomado en cuenta y eso es ya inaceptable. Han generado en nosotros un enojo que está llegando a su límite.
Nos han hecho vivir enojados, molestos. Y ese sentimiento no se está enfocado hacia esos malos gobiernos, esa rabia la estamos dirigiendo contra nosotros mismos. Esto no puede seguir.
Por eso, a menos de un año de la elección presidencial, la primera medida que propongo es convocarnos a un proceso de reconciliación nacional.
México está insubordinado por la desconfianza, es urgente unir al país y dirigirlo hacia el mismo objetivo, revalorarnos como sociedad, reconocer que entre nosotros existen buenos mexicanos que quieren progresar, que quieren salir del hoyo en el que nos han metido.
Pero que quede claro, esa reconciliación no es con la clase política, no es para dotar nuevamente a los partidos de la credibilidad indispensable para poder funcionar. Mi convocatoria es para reconciliarnos con nosotros mismos, el saber que estamos manteniendo a quienes nos roban, a quienes nos traicionan, a quienes no engañan, a quienes se burla de nosotros y nos hace enojar. Ellos nos han llevado al peor de los escenarios: perder la fe en nosotros y en nuestro país.
Este proyecto de reconciliación nacional tiene dos ingredientes fundamentales:
a) comprometernos con un estado de la ley y el orden, en el que se busque afanosamente todo aquel mecanismo legal del estado mexicano para combatir a la corrupción. Que nos impongamos una máxima, cero tolerancia a la ilegalidad, cero faltas a la ley. El que la hace la paga, no podemos dejar rendijas para que se delinca. Sabemos que nuestros políticos son corruptos pero también son miedosos, saben que si los mandamos a la carcel no seguirán robando. Urge erradicar la impunidad.
b) Participar en un proyecto educativo. Necesitamos urgentemente de educación y cultura, solo así podemos rescatar el amor al país. Debemos recuperarnos como ciudadanos, decidir a dónde queremos ir. Una educación cívica que revalore la palabra México.
Estas propuestas parecieran simples, pero en un país donde vivimos enfrentados son de urgente necesidad.
Es necesario dar ese primer paso que quizás no te lleva a donde quieres ir pero te saca de donde estás.
Trabajemos por una reconciliación nacional que nos permita encarar las elecciones de 2018, unámonos. Los buenos mexicanos somos muchos pero no nos hemos sabido poner de acuerdo, estamos ante una muy buena oportunidad.
Sería lamentable que una vez que acudamos a las urnas volvamos a caer en lo que estamos hoy, una insatisfacción por quienes nos representan y un hartazgo por nuestra situación. Salgamos del desánimo generalizado y de una sensación de de que salir de donde estamos es imposible.
¡Sí es posible!