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Además de la intensa vida literaria que Salvador Elizondo y yo, por ser su compañera, teníamos en los años 70, muchos artistas plásticos se acercaron a nosotros. Nos invitaban a sus casas o estudios o nos visitaban. Generalmente con el propósito de que el escritor conociera su obra pictórica, escultórica o fotográfica y, por ende, animarlo a escribir sobre ellos y de pasadita que yo les tomara fotografías.
Salvador era admirador de muchos de los artistas plásticos de nuestra generación. Francisco Toledo se acercó a nosotros en 1973-74. Era, sin lugar a dudas, el más admirado pintor del momento. No entablamos una amistad cercana con él. Sin embargo, Salvador aceptó gustoso escribir un ensayo sobre una exposición y un libro de aguafuertes que presentaría el artista oaxaqueño y yo, a mi vez, fui solicitada para que fotografiara a su familia. Acudí a su casa en la colonia Roma y durante la sesión, el pintor se detuvo frente a mi cámara, yo disparé la fotografía que hoy publico sin que él, aparentemente, se percatara de que estaba siendo retratado por mí. En esta ocasión no pude encontrar la entrada en los Diarios correspondientes y acudí a los cuadernos de “BORRADORES” de Elizondo, que eran específicamente para escribir su textos y ensayos literarios, aunque a veces la idea le venía durante la escritura de los Diarios y ahí se generaba la génesis de una idea que más tarde trabajaría en su cuadernos de borradores.
Salvador Elizondo escribe Cuaderno de Borradores número 10, página 71. Sin fecha, cerca de 1974
PARA LA EXPOSICIÓN DE FRANCISCO TOLEDO.— Estos aguafuertes de Toledo representan, en su conjunto, la tentativa de obtener el paradójico método del azar. Tentativa que parece estimular particularmente la creación poética. Cada uno nos revela el término por el que esa tentativa se va desarrollando o sus diferentes grados o niveles, y los más curioso de todo es que esos grados o niveles de desarrollo señalan también en una dirección más afín de los niveles verbales o literarios. Toledo nos narra algo, eso es evidente pero lo que es más interesante es “ CÓMO” nos lo narra.
Se despliega en ellos una prosodia figurada en fábulas en que la presencia de los personajes humanos y animales es sometida al rigor del vacío de la irracionalidad. Los conjunta y los anima en la representación de fábulas y emblemas, de signos y enigmas que no se resuelven como dramas estáticos, acción y narración congeladas, que les otorga la misteriosa condición del poema….