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Esta imagen de Carlos Fuentes es quizás una de mis fotografías que más veces se ha reproducido en libros, revistas, carteles, etc. A Carlos le gustaba y siempre me la pedía para que apareciera en sus libros. Fuentes tenía una personalidad muy fuerte y su presencia imponía. Entonces me intimidaba un poco pero en 2000 tuve el privilegio de convirir dos semanas con él durante las grabaciones de la serie El alma de México, donde trabajé como fotógrafa de “stills” en Yucatán y varios lugares más. Descubrí el gran sentido del humor, el ingenio y la agudeza de su personalidad. Me llevé muy bien con Carlos y durante los descansos de la filmación nos reímos mucho contando chistes y anécdotas. Esta imagen la tomé en su casa del barrio de San Jerónimo, cuando apareció inesperadamente, durante una sesión fotográfica que realizaba yo con Silvia Lemus, su mujer. Salvador siempre me contaba que a Carlos lo conoció desde su niñez. Era un niño, me decía Salvador, ejemplo de perfección. También me contaba que su abuela y la abuela de Carlos Fuentes habían sido muy amigas.
Salvador Elizondo escribe Cuaderno de Diario número 51, páginas 347 y 348
Domingo 29.VII.84.— Ayer fuimos a la comida de Víctor (Flores Olea). Fue del más alto nivel. Estaban el joven canciller y el secretario de Agricultura, que es primo de Víctor, Alejandro Rossi, Wiemer, León Davidoff, todos con sus mujeres; y la estrella, Carlos Fuentes, con el que estuve recordando viejos tiempos; me atribuye anécdotas fantásticas, pero lamentablemente se quedan cortas o son increíbles. Recordamos a nuestras abuelas, que fueron amigas desde su juventud. En los años 40 se asociaron para poner una casa de huéspedes que estaba en la calle de San Luis Potosí, casi llegando a la Calzada de la Piedad. Las dos se acababan de jubilar. Doña Emilia, de la SEP, y mi abuela* del Well-Fargo. Habían tenido un destino bastante similar. En su pensión nunca tuvieron un solo huésped.
* Doña Josefina González Martínez, hermana del poeta Enrique González Martínez
