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2017 será complicado para la mayoría de los mexicanos. Ha iniciado con una ola de inconformidad que recorre al país. Las marchas en las principales ciudades y los bloqueos en carreteras por parte de ciudadanos, transportistas y hasta partidos políticos, que astutamente se subieron a esta movilización, permiten ver de manera clara —y desde sus primeros días— lo turbulento que será este año.
Aún no se instala Trump en la Casa Blanca y ya se dejan sentir los efectos de sus amenazas. Esta semana se fueron mil 600 millones de dólares que Ford invertiría en San Luis Potosí. La Secretaría de Economía se apresuró a explicar que la automotriz reembolsará lo que el gobierno había invertido para la construcción de la planta que no fue. Como si eso compensara los empleos y la derrama que iba a generar.
El próximo presidente de Estados Unidos no sólo moverá los acuerdos comerciales que sostienen a la economía mexicana, también alterará las complejas y delicadas relaciones de la geopolítica y con ello a los mercados del mundo. Veremos para cuánto alcanza la cercanía que tiene con él nuestro nuevo canciller.
Otro gran tema de este año que inicia será la crisis de violencia. Las cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública confirman que 2016 nos dejó un aumento grave en los casos de homicidios violentos. Entre enero y noviembre del año pasado superaron los 18 mil, lo que lo convierte en el año más violento en lo que va del sexenio. Las empresas pagan costos cada vez más altos por la inseguridad y el robo de combustible ha llegado a niveles nunca antes vistos.
Para colmo tendremos también las molestas y caras campañas electorales. Podría haber efectos adversos para el PRI tras el “gasolinazo” en Nayarit, Coahuila, y el tan anhelado Estado de México. Es precisamente en esta entidad en donde han ocurrido la mayor parte de las protestas, saqueos y bloqueos contra los aumentos. El voto de castigo ha sido uno de los pocos instrumentos que han pesado en nuestra decaída democracia, aunque, hay que decirlo, la alternancia no ha sido garantía de transparencia. Ahí están Sonora y Oaxaca, que apostaron por otros partidos y luego de apenas un sexenio mejor volvieron a elegir al de siempre.
Y es que deben cambiar las prácticas, no sólo los colores. El castigo no puede limitarse al voto. Los corruptos tienen que toparse con sanciones efectivas. Con perspectivas económicas tan malas, más vale detener la corrupción. La indignación se acumula. Están apretando el cinturón a quien ya está muy enojado. Cuidado.
EL HUERFANITO. Varios nos preguntamos ¿por qué no mejor recortan el financiamiento a los partidos políticos? Este año ejercerán casi cuatro mil millones de pesos. Si quieren ahorrar que empiecen por ahí.