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Andrés Manuel López Obrador parece haber superado el peor de los pecados capitales: la soberbia, junto con la cerrazón. Con una actitud distinta, se da a la tarea ahora de construir un camino diferente, por el que piensa llegar de nueva cuenta, para él la definitiva, a la Presidencia de la República en 2018.
Después de no haber podido acceder a ese cargo en dos ocasiones por causas evidentes para muchos, pero inaceptables para él, hay indicadores claros de que finalmente las ha reconocido. La principal es que toda búsqueda de poder es sumamente difícil sin la anuencia o el apoyo del capital. Para él ha sido imposible. Hoy cambia de estrategia.
En las dos ocasiones en que intentó llegar a la primera magistratura, cabalgó sobre un discurso con el que se acercó especialmente a los amplios sectores más vulnerables de la población. Creyó que las masas depauperadas lo llevarían a la cumbre. Y se equivocó.
Con la confianza de haber generado un apoyo considerable entre los que menos tienen, a quienes colocó como objetivo prioritario de su gestión, en caso de que llegara a ser Presidente, se lanzó una y otra vez contra quienes detentan el dinero en México.
Este grupo, al sentirse amenazado, lo habría obstaculizado. En cualquier caso, es legítimo precaverse de cualquier peligro.
Hoy, empero, el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, más experimentado y a sabiendas de que es su última oportunidad para pasar a la historia como el primer Presidente de la izquierda “genuina”, está haciendo las cosas de una manera diferente.
Se mantiene en la idea de que la lucha política es por la vía de las urnas, no de la violencia, sus arengas ya no tienen como blanco de ataque a los empresarios y en sus pretensiones de dar y hacer todo especialmente por los pobres, se ha moderado bastante. De manera circunstancial, podría contar con una buena parte de éstos; a aquéllos, tiene que ganárselos. Son la pieza clave que no había incluido en su rompecabezas.
Para ello ha formado un grupo de asesores, encabezados por Alfonso Romo, interlocutor válido frente a otros integrantes de la iniciativa privada.
En la línea de tender puentes hacia ese poderoso sector, capaz de impulsar o frenar cualquier aspiración política, Miguel Torruco Marqués, ex secretario de Turismo de la Ciudad de México, se ha sumado de tiempo completo a la construcción del proyecto que AMLO ofrecerá como candidato presidencial dentro de dos años.
Ese ex funcionario tiene la particularidad de estar vinculado familiarmente con Carlos Slim, situado como posible factótum en las decisiones nacionales más importantes. Su capacidad de convocatoria en cualquier causa u objetivo es absolutamente incuestionable.
No es desconocido que, además, López Obrador ha mantenido una relación cercana y de confianza con el ingeniero y que, dado su peso económico y político específico podría, en un momento dado, convertirse en un aval importante en su propósito fundamental de alcanzar la Presidencia de la República.
Otro factor que no puede perderse de vista en el empeño lopezobradorista de contar con la voluntad y el respaldo de quienes pueden ayudarlo decisivamente en su empeño de gobernar México, es su acercamiento con los medios de comunicación. No sólo han cesado sus ataques hacia algunos de ellos en particular, sino que ha empezado a construir una relación más amable y tolerante.
En su camino hacia la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador tiene como prioridad que su partido gane las elecciones para gobernador del Estado de México.
Las encuestas sobre los candidatos de los tres principales partidos: Alfredo del Mazo Maza, por el PRI; Delfina Gómez, por Morena, y al parecer Josefina Vázquez Mota por el PAN, no lo colocan lejos de ese escenario.
De ganar, contaría con un ambiente social altamente favorable, con el electorado más numeroso de todo el país y con amplios recursos económicos para abonar a su candidatura.
Dada la frágil situación que vive el PRI, las pugnas que envuelven al PAN y el descrédito que caracteriza al PRD, si no se construye una especie de reingeniería partidaria que sepa captar el voto “rabioso” por el cual se definió el resultado electoral en varias entidades en los comicios de 2015, se estaría allanando el camino para un aterrizaje, incluso sin demasiada turbulencia, al líder de Morena.
SOTTO VOCE… ¿Cuándo se irán a apreciar y a utilizar las recomendaciones y conclusiones que año con año presenta la Auditoría Superior de la Federación para proceder penalmente contra quienes se roban los dineros públicos en la bacanal de la discrecionalidad? ¿Cuándo saldremos del sentimiento de impotencia y frustración que eso nos causa?... En el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no hay límites presupuestarios. Supuestamente vela por el respeto a la democracia, pero lo único que hacen sus magistrados y su burocracia de élite es darse una vida de jeques con el dinero de la sociedad... Uno de los delitos que se castigan con más rigor en Estados Unidos es el de perjurio que, en el caso del presidente, es mentir tras haber jurado sobre la Biblia que no lo hará. Esa falta conduce al impeachment. Pero perjurio no es lo mismo que pre-jurio. Si Donald Trump mintió ex ante y no ex post a su mandato, no tiene mucho de qué preocuparse.
ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta