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Entre todos los errores que se le pueden atribuir al gobierno por su decisión de incrementar el precio de la gasolina, hay un acierto que se debe aquilatar especialmente por el momento y las circunstancias en que se halla envuelto México: la preservación del orden, la paz y la tranquilidad social.
A las autoridades se les puede imputar el desmesurado aumento adelantado de un bien fundamental para el funcionamiento y la dinámica social y económica nacional, pero no se les puede negar que, ante los brotes de inconformidad y violencia que generó esa decisión, en muy poco tiempo haya restablecido una inapreciable “normalidad”.
Igualmente, se les puede echar en cara que no hayan desplegado una política de comunicación adecuada, en la que se hubiese podido envolver el golpe a la economía dado a todos, pero es inevitable admitir que el manejo y control de crisis que llevó a cabo, por los medios que haya sido, ha tenido, al menos hasta el momento, un reflejo positivo.
Quizá debió haberse utilizado el concepto de apertura para el mercado de combustibles, estratégico en cualquier país del mundo. Porque la liberalización de los precios en cualquier rubro tiene que ser precedido (en términos económicos y prácticos) de un proceso similar y gradual por el que tenemos que transitar.
Los discursos oficiales, los acuerdos a favor de los consumidores, las declaraciones de funcionarios, las reacciones de la clase política, en general, han sido aislados, desarticulados, tardíos e insuficientes, pero por lo que respecta a la coyuntura del gasolinazo, hay visos de que se ha empezado a recuperar una cierta calma.
Mas, ¿significa eso que la gente asimiló ya el incremento a los carburantes, que lo pagará sin más, que volverá a lo suyo y que todo está resuelto?
Sería muy arriesgado asumirlo o sugerirlo en esa vertiente. La desmovilización social conseguida esta vez de manera momentánea no es, bajo ninguna circunstancia, la solución a fondo de los grandes problemas de todo orden que durante décadas se han acumulado y agravado en el país. Ahora son más preocupantes porque tienen como eje la injusticia, la corrupción y la impunidad, males exacerbados por la inseguridad y la incertidumbre frente a una ominosa situación propia y ajena pocas veces vista.
Los gobernantes deben saber muy bien que la compleja y difícil problemática del país, configurada por todas las causas posibles durante años, no está resuelta por el “éxito” que han tenido esta vez para contener a las turbas enardecidas e iracundas que se desbordaron a raíz del alza de los carburantes.
Cabe subrayar que los ataques y robos a centros comerciales, en no pocos casos, fueron cometidos por vulgares oportunistas y ladrones para desnaturalizar la verdadera causa de las protestas. Por fortuna, la mayoría fueron investigados, detenidos y están en proceso de ser sancionados.
Pero la mala situación y perspectiva económicas de millones de mexicanos con certeza tendrá otros motivos para expresarse en el futuro inmediato, sobre todo porque no sólo no tiende a estabilizarse ni mucho menos a mejorar, sino a empeorar, ora por causas externas, ora por motivos internos.
¿Está el gobierno preparado frente a ese escenario para dar las respuestas correctas, oportunas, suficientes y convincentes? ¿Está preparado y dispuesto a tomar decisiones considerando la premisa básica de la política, que es la búsqueda del bienestar colectivo?
Como nunca, la clase política está siendo urgida y exigida por la sociedad. Sus justos reclamos de solución a antiguos y nuevos problemas no cesarán. La prolongada espera por ésta, la han llevado al enojo, la desesperación y el hartazgo. Los tradicionales discursos y el manejo de algunos medios ya no serán una respuesta eficiente para contener los justos reclamos sociales a sus gobernantes.
Y es ahí, justamente, donde se halla el enigma y el paradigma sobre cómo va a responder el gobierno.
Si lo hace en el contexto de la supuesta democracia en que vivimos, buscará soluciones que tengan un alto contenido y enfoque sociales. Entonces, se despejará la disyuntiva rousseauniana que sigue siendo descarnadamente actual para la definición en la actuación de todos los gobernantes y que reza: “Habrá siempre una gran diferencia entre gobernar a un pueblo... y contener a una multitud”.
SOTTO VOCE… Atinadísima y enérgica, la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto al presidente electo de Estados Unidos, dejando en claro que cualquier negociación sobre cualquier tema será sobre principios de soberanía, respeto y buena vecindad... La disminución en las percepciones de algunos servidores públicos podría ser una evidencia, más que de una toma conciencia, del temor que sienten frente a la situación socioeconómica... Ante ésta, Lorenzo Córdova y los consejeros del INE han dado la primera muestra de sensibilidad al suspender la construcción de sus fastuosas torres y evitar un gasto de más de mil millones de pesos... ¿Cuánto más se podría ahorrar el país con decisiones de este tipo?.. Hierve el Estado de México ante la inminencia de la designación del candidato priísta a suceder a Eruviel Ávila. La candidatura recaerá en la persona que le pueda “asegurar” el triunfo al PRI... La conferencia del presidente electo Donald Trump, reactiva la incertidumbre y nerviosismo que imperó durante su campaña porque se lo volvió a ver agresivo, grosero, soberbio e irrespetuoso con la prensa.
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@mariobeteta