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Las alianzas interpartidistas para 2018, que podrían tener un preámbulo en 2017, sobre todo en el Estado de México, parecen inevitables. Y tendrán un solo objetivo: descarrilar, excluir definitivamente de la política a Andrés Manuel López Obrador.
Para eso, tendrán que darse varias precondiciones; cualquiera de los grandes partidos que busque una coalición, deberá cumplir con el primer requisito de acreditar una base “moral”. Y deberán hacerlo sobre el saneamiento de su estructura, de la sanción del mal comportamiento de algunos de sus integrantes, de un proceso de relegitimación.
El PRI, PAN y PRD no están en posibilidades ni en perspectiva de ganar por sí solos los comicios presidenciales; tendrán que asociarse electoralmente con otra fuerza o fuerzas que los pongan en esa ruta. Como nunca, todas las ideologías se verán mezcladas en un solo propósito: la conservación y/o la conquista del poder. Salvo la que representa AMLO.
Por eso, el PRI está empeñado en “demostrar” que es enemigo de la corrupción. La licencia de Javier Duarte se inscribe en ese contexto. De expulsarlo y abonar a que sea juzgado por sus corruptelas, enviaría un mensaje de que quiere hacer bien las cosas. Podría vincularse con la sociedad nuevamente.
Y si promueve esas mismas acciones contra Roberto Borge, Rodrigo Medina, Miguel Alonso, etcétera, sus posibilidades de recuperar credibilidad para las competencias que están por venir, podrían ser más consistentes. La verborragia y los golpes de pecho no le resolverán nada.
Su contrincante más competitivo, el PAN, también está en la línea de lavarse la cara, que tan sucia le han dejado algunos de sus integrantes que ocuparon altos cargos. Por eso, suspendió en sus derechos partidistas al ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, y al parecer ha dejado de oponerse a que sea llevado ante los tribunales por sus excesos e ilegalidades.
Pero ese no es el único caso. Hay un clamor porque se haga lo mismo con Margarita Arellanes, ex alcaldesa de Monterrey.
Si de lo que se trata es que los partidos tengan una aceptación social que se traduzca en respaldo en las urnas, y éste sólo deviene de sus acciones y decisiones positivas a la vista de la gente, alentar el castigo de la corrupción de quienes han incurrido en ella, no puede ser más redituable.
¿Qué puede importarles al PRI y al PAN deshacerse de esos militantes que les han causado tanto desprestigio y rechazo colectivo? No podrían perder más de lo que pueden ganar. Lo saben. El otro partido que por conveniencia seguramente también se colocará en esa vertiente para dar la impresión de que es capaz de enmendar los errores, es el PRD. ¡Y vaya que tiene tela de dónde cortar!
Desde su fundación, hace más de dos décadas, considerado como auténtico partido de izquierda, empezó a llevar a muchos de sus miembros al poder. En un primer momento, tuvieron un desempeño aceptable. Por eso estuvo cerca de la Presidencia.
Pero, objetivamente, algunos de sus más encumbrados integrantes se corrompieron. Se enriquecieron sin límites. Ahí están como ejemplo Leonel Godoy, Marcelo Ebrard, Arturo Núñez, Gabino Cué y Silvano Aureoles, éste, apenas en el despunte de su gobierno.
Para hacerlo, todos tienen poco tiempo. La primera oportunidad, se les presentará el año entrante, cuando se disputen las gubernaturas de los estados de México, Coahuila y Nayarit. En la primera entidad, particularmente, podrían coaligarse el PAN y el PRD. Éste, MC y otros “izquierdistas”, no parecen tener posibilidades de formar un frente con Morena. Quizá podrían sumarse a las dos primeras organizaciones.
En el actual esquema de pulverización partidista, es indispensable atender la propuesta de Manlio Fabio Beltrones de formar gobiernos de coalición, que están más allá de la coyuntura electoral. Es un camino a seguir. Una posibilidad a explorar.
De no encontrarse nuevas fórmulas de competencia y ejercicio del poder, AMLO, Morena, PRD, MC y la morralla, no serían más que invitados de piedra, comparsas o actores testimoniales en la vida política nacional, en medio de gobiernos débiles y de una ingobernabilidad creciente que a nadie conviene.
SOTTO VOCE… Hablando de probables alianzas como nueva estrategia electoral, el martes comieron en Arturo’s, Alejandra Barrales, Jesús Ortega, Alberto Anaya y Dante Delgado. ¿Querrá el Chucho mayor revivir y aglutinar nuevamente a lo que queda de la “izquierda”?... La titular de Sedatu, Rosario Robles, tuvo todos los reflectores encima esta semana, en otro de sus momentos cumbres, al llevar la representación del gobierno de México a los trabajos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, celebrada en Ecuador… En su primer Informe, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, entrega buenas cuentas, en general, pero en un acto de honestidad, reconoce que en materia de seguridad hay mucho por hacer. A dar mejores resultados en ese rubro dedicará sus mayores esfuerzos, promete. Bien.
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@mariobeteta