Como pocas veces en la historia político-electoral del país, la ciudadanía acudirá a las urnas en 2017 y 2018 cargada de una motivación que será factótum en los resultados: su buen o mal humor, cuyos componentes se hallan en un largo periodo de malestar e incertidumbre.

Hasta ahora, la disputa de la mayor parte del poder público sólo puede darse a través de los partidos políticos, pero éstos están llenos de desprestigio. La gente los detesta. Se han convertido en el negocio particular de unos cuantos. Son entidades que sólo ven por el interés de pocos.

Y estos pocos, con un discurso demagógico y una actuación lamentable en el desempeño de los cargos que llegan a ocupar, están igualmente desacreditados.

La sociedad ya no cree en los partidos, ni en los políticos ni en su verborrea. Está harta de las mentiras en que convierten las promesas de campaña cuando buscan un puesto electivo.

Sabe que todos, en una u otra medida, llegando al mando, buscan todo tipo de beneficios, privilegios y réditos sólo para sí, los suyos y sus cómplices. Su móvil no es el ciudadano; sino el poder y el dinero.

Los ejemplos sobran en esta materia. La corrupción que estamos viendo en muchos casos, alimentada por la impunidad y que se acentúa cada vez más, es un potente generador del estado de ánimo colectivo que prevalece ahora.

La licencia del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, previa al retiro de sus derechos partidarios, se inscribe en el escepticismo popular de que vaya a ser enjuiciado y encarcelado por los innumerables actos ilegales e inmorales que se le imputan.

Las peticiones en contra de ese personaje, de que no huya, se lo arraigue y se lo castigue, no es lo único que se necesita. Urge que esas exigencias se traduzcan en hechos.

Es preciso anclar la percepción, la certeza de que, lo que ha sido por décadas, no lo seguirá siendo. Que se dará el cambio que se anuncia. Lo que ocurre hoy en la esfera de la política, que en realidad se reduce a un espectáculo frívolo, aburrido, intrascendente y sin consecuencias por ahora, tiene que ser el principio de una mudanza histórica.

La duda que priva al respecto está también en la decisión del PAN de suspender en sus derechos de partido a su ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés. La lista de imitadores de ese presunto delincuente, es bastante larga, ¿harán lo mismo con todos?

Conocer los usos, las costumbres, la cultura de la prevaricación que se ha instalado en el más hondo sentir de los políticos, no permite alentar expectativas fundadas de transformación. Mucho menos en el corto plazo en el que esos partidos ofrecen hacerlo. Es una más de sus falacias.

La medida contra Padrés parece estar vinculada más bien a lo que ocurre en el PRI. Uno y otro, quieren proyectar la idea de que están decididos a corregir los excesos de sus integrantes más voraces con el presupuesto público. Creen que con eso modificarán su imagen para la contienda comicial de 2017 y 2018.

Mas si al repudio social que hay contra partidos, políticos y su palabrería se agregan algunos problemas de la cotidianidad como la inseguridad, las dificultades económicas, las poco alentadoras expectativas de mejoría del ambiente y de la vida de todos, no es difícil inferir con qué sentir irá a votar la ciudadanía en la elección de tres gobernadores el próximo año y de cientos de candidatos en 2018, incluido el presidencial.

Los escenarios y el resultado previsibles de un voto ejercido con la fuerte carga de la rabia colectiva contra todo lo que sea político, fuente de muchos males, son impredecibles.

¿Se incrementará el abstencionismo a niveles nunca vistos en virtud de que la gente no encuentra una sola opción creíble y confiable?

¿Ejercerá su voto masivamente para elegir a gobernantes de cualquier partido?

¿Se volcará en favor de candidatos “independientes”, creyendo que son inmaculados e intachables, como en Nuevo León?

En cualquier caso, es de prever que será el sentimiento social, por encima del candidato y del partido, el que determine el resultado de las elecciones, sobre todo la presidencial.

Y si se asume que la sociedad ha sido siempre la protagonista de los grandes cambios en el mundo, es de esperar que en 2017 y 2018 también lo sea en México. Pero para ello, atendiendo su buen o mal humor, debe comenzar por no equivocarse.

SOTTO VOCE… Flavino Ríos Alvarado sustituye a Javier Duarte en el gobierno de Veracruz; empero, cabe preguntarse si como su secretario general de Gobierno no se enteró de todas las andanzas de quien sigue siendo su jefe. O si acaso no fue partícipe. ¿Un ángel trabajando junto a un demonio?... El problema de la verificación vehicular en la Ciudad de México tiene su origen en la falta de coordinación entre las autoridades locales y federales por las normas que ha implantado la Comisión Ambiental de la Megalópolis a sabiendas de que los concesionarios de esos centros en la CDMX, no cuentan con la infraestructura, tecnología y la adecuada capacitación de su personal para hacer un trabajo eficiente y expedito. Debería convocarse a una reunión urgente entre todas las partes para apoyar a más de dos millones de personas que tenemos la obligación de cumplir con la ley y salir de la pesadilla y el infierno que padecemos.

ombeluniversal@gmail.com

@mariobeteta

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses