El clima de incertidumbre y desconfianza que alcanza a los sectores y actores del país, debe revertirse con acciones inmediatas que ofrezcan resultados efectivos y eficientes; eficaces e inmediatos.

Hoy, algunas instituciones están envueltas en una crisis que las afecta en mayor o menor grado. Es necesario construir un clima de confianza social; de aprobación y consenso. Es urgente revertir sus antípodas que, sociológica e históricamente, suelen y/o pueden tener desenlaces indeseables.

Hacer un recuento de los desaciertos cometidos en los últimos años, traducidos ahora en molestia y desasosiego; inconformidad e iracundia todavía contenida, sería interminable. En ellos han estado y/o están indisolublemente involucrados una gran cantidad de actores políticos de todos los partidos. Muy pocos estarían exentos de culpas, errores, excesos y abusos. La sociedad los tiene bien identificados.

En la toma de algunas acciones y decisiones de gobierno debieran corregirse los efectos negativos que provocan el ostensible malestar social.

En todos los rompimientos sociales históricos, quienes conducían los estados nacionales, creyeron a pie juntillas que la sociedad resistiría indefinidamente todos sus agravios. Enceguecidos, pensaron que mientras ellos vivieran, todo se mantendría inalterable. Hicieron cuanto estuvo a su alcance para que así fuera. Pero no pocas veces los cambios radicales empezaron por su propia caída. A no pocos les costó la vida en diferentes países, incluso recientemente.

México, desde 1917, un siglo después de su Independencia, que por cierto “se celebra” hoy, ha tenido una estabilidad social llevadera aún con momentos lamentables y tristes; de intranquilidad, pérdidas y zozobra. Esa “normalidad” es aceptable y justificable cuando las instituciones siguen de pie, respondiendo a las necesidades y demandas de la gente.

Pero ese no es el caso ahora. Fundadamente, con indicadores y estudios que están por doquier, se puede afirmar que el poder público no está respondiendo a sus obligaciones mínimas, indispensables.

A esa cruda realidad, en los últimos años se ha agregado el pobrísimo desempeño legislativo. Algunas leyes que han sido aprobadas ostensiblemente no responden a las expectativas, los derechos y las exigencias de la mayoría de la población. Esa tarea ha derivado en un ambiente de desaprobación, críticas, cuestionamientos y recriminación.

El ejercicio del poder, en cualquier caso, no debe afectar la institución presidencial. Esta debe mantenerse a salvo de cualquier desgaste. Es el país lo que está de por medio.

Hay margen de acción para actuar. Hay alternativas. Una respuesta al disenso, entendido como desacuerdo, a fin de frenarlo y empezar a traducirlo en consenso, considerado como consentimiento de las acciones del gobierno, sería llevar ante la justicia a quienes han aprovechado la incipiente democracia y el voto irresponsable, ignorante e indiferente para hacer fortunas ilícitas, para enriquecerse despiadada, desproporcionadamente.

Los ex gobernadores Guillermo Padrés, Rodrigo Medina, Miguel Alonso Reyes y los que están por concluir, Javier Duarte de Ochoa, Roberto Borge Angulo y César Duarte Jáquez, así como Margarita Arellanes, ex alcaldesa de Monterrey, y el ex director de Exportadora de Sal, Humberto López Portillo, cargan señaladas evidencias públicas de corrupción.

Unos están bajo proceso, otros bajo sospecha. ¿Cuánto se reacreditaría el detentador del máximo poder político nacional si diera luz verde o incluso si alentara el objetivo de que todos esos saqueadores del erario nacional que, como el de Veracruz, han enriquecido también a sus familias, fueran encausados?

La situación que vive el país es realmente preocupante y hay que darle respuesta. Considerar que los yerros no tendrán consecuencias, terminará, tarde o temprano, en situaciones que pueden ser tan desagradables como dolorosas.

SOTTO VOCE… Inánime, por acertada, la ratificación por parte del Senado, de Osvaldo Santín Quiroz y Vanessa Rubio Márquez como Jefe del SAT y subsecretaría de Hacienda, respectivamente. Con su designación, ella pasará a la Historia como la primera mujer en ocupar ese cargo. La preparación, experiencia y resultados que dio en la cancillería y en Sedesol, le dan una combinación de factores que le permitirán hacer un gran papel en su nueva responsabilidad y apoyar a su jefe, José Antonio Meade… Extraña, la designación de Augusto Gómez Villanueva como integrante de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, que además presidirá. Ese gris personaje, tuvo pretensiones presidenciales como titular de la Reforma Agraria, impulsado por su perverso “padrino” Luis Echeverría Álvarez. Son de la misma calaña. Este, autor del cambio de rumbo del país, lo empujó al abismo. Aquél, lo único que hizo fue terminar con lo poco que quedaba de eficiencia y productividad en el campo mexicano. Incluso, cuando fue líder de la Cámara Baja, según consignan los medios de la época, se le imputó que había transferido 500 millones de pesos ¡de los de antes! al extranjero, por lo cual se lo considera el “padre” de los “sacadólares”.

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@mariobeteta

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