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En donde están y por donde quieren ir, el gobierno federal y la CNTE no han logrado fusionar sus posiciones. Si el movimiento magisterial sostiene su dinámica de paros, manifestaciones, bloqueos y choques, su contraparte apelará a la fuerza pública. Pero ni lo uno ni lo otro serán una salida. Acaso puedan ser augurio de grandes redefiniciones de la vida nacional.
Las voces oficiales más autorizadas, comenzando por la del presidente Enrique Peña Nieto, han sido enfáticas y contundentes: la ley no se negocia. Lo han reiterado los secretarios de Gobernación y de Educación, Miguel Osorio Chong y Aurelio Nuño. De ahí, esa parte no se moverá, pase lo que tenga que pasar y pésele a quien le tenga que pesar.
En la mesa de negociaciones, una y otra partes han mantenido inalterables sus posturas.
El pasado miércoles, el jefe del Ejecutivo expresó que la vía para resolver el conflicto que se ha generado alrededor de la resistencia de los docentes agrupados en la CNTE respecto de la reforma educativa, es el diálogo.
Dijo: “El límite es el diálogo, y privilegiar el diálogo, el acuerdo, encontrar la ruta…”. No obstante, recalcó: “He señalado una y otra vez, que el tema de la ley no es negociarla, la ley es un mandato y el gobierno está, como Ejecutivo, para velar por su cumplimiento y observancia”.
La CNTE, arropada por distintos sectores sociales en puntos neurálgicos como Oaxaca, Chiapas y la Ciudad de México, y victimizada irracionalmente por la muerte de nueve personas en Nochixtlán, el pasado día 19, se ha crecido. Mantiene su oposición inicial de desconocimiento a la reforma educativa y va más allá: exige que se suspenda.
Magnánima, como si supiera que tiene ganada la batalla, se abstiene de pugnar por que sea abrogada. Que no se aplique, de una u otra forma, sería lo mismo. Con eso habría “doblado” al gobierno. Y después, ¿qué seguiría? Éste, con justa razón, no quiere dar muestras de debilidad. Entonces, el acuerdo debe ser inevitable.
A la complejidad de ese problema, se suma un ingrediente más poderoso y numeroso: el SNTE, cuyo líder, Juan Díaz de la Torre, esgrime autoridad moral y el derecho de su gremio para expresar su posicionamiento sobre “los avances, contradicciones e insuficiencias” en la implementación de la reforma educativa.
Con esa declaración, estaría enviando un mensaje para arribar a un punto de equilibrio: “Ninguna reforma educativa puede tener éxito sin la participación de los docentes (…) su implementación representa un reto (…) esto sólo se logrará mediante un proceso cuidadoso, profesional, eficiente y responsable…”.
En un amplio desplegado, también puntualiza: “Exigimos eliminar del proceso de evaluación toda visión o acción sancionadora o punitiva”.
Empero, la situación que vive el país reclama un arreglo. La política es la única que puede posibilitarlo. Y de ésta, particularmente, el diálogo. Más aún, la deliberación, ejercicio dialógico encaminado a exponer todos los argumentos de participantes en conflictos. A escucharse entre todos. A disentir, sí, pero con el propósito irrenunciable de obtener con la aportación de todos la mejor resolución para todos.
El punto de partida está en determinar qué educación se necesita y se quiere. Y en esa materia, no hay más que un objetivo en el que necesariamente se pondrían de acuerdo todos de inmediato: urge y se requiere una educación con sentido social y humano, que tome en cuenta especialmente a los niños.
Es imperativo que forme para la libertad, la democracia, el desarrollo y el bienestar. Es lo único moralmente incuestionable en lo pedagógico, económico, político, social, laboral e histórico. Es lo único que pondría al hombre por encima de todo. Ese es el móvil, la búsqueda esencial de la política.
En paralelo, convendría concentrarse en programas de evaluación, pero también en la modernización de todo el sistema educativo para salir de la obsolescencia tecnológica. Sería la base fundamental para optimizar y eficientar el acceso al nuevo modelo que impera en países desarrollados. Su facilidad de acceso es inmediata.
Definidas y aceptadas esas premisas básicas como fundamento para superar la conflictividad y peligrosidad que encierra la reforma educativa como está, comenzaría una etapa de convivencia, armonía, paz, orden y progreso para todos. ¿No es eso lo que todos queremos?
SOTTO VOCE… En respuesta a pregunta expresa de este columnista al presidente Enrique Peña Nieto, hace unos días en Los Pinos, le puedo confirmar que, en efecto, habrá cambios importantes en su gabinete antes de su IV Informe de Gobierno… Muy preocupante que, según el Inegi, siete de cada diez mexicanos sientan inseguras sus ciudades. Sobresalen Chilpancingo, Acapulco, CDMX, Toluca, Coatzacoalcos, Villahermosa... Continúan las acciones para fortalecer la inmunidad e impunidad de los gobernadores salientes de Quintana Roo, Chihuahua y Veracruz, que secuestran a “sus” poderes Legislativo y Judicial.
ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta