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No son nuevos. Existen de larga data. Empezaron a proliferar con el México más marcadamente desigual, en la época de José López Portillo. Para protegerse, unos con razón y otros sin ella, echaron mano de ellos. Son los individuos más impreparados y cerrados; abusivos y arbitrarios. Siempre están dispuestos a atropellar. Incluso a matar. Son un ejército. Son una plaga fuera de control. ¿Se la puede someter?
Esa es una obligación de las autoridades. Es el compromiso que ha asumido públicamente el jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Se le debe dar un voto de confianza en la certeza de que en breve resolverá ese problema. Y lo mismo debe hacerse en el resto del país. Por donde se los vea, las ladies y los lords son tan insoportables como inadmisibles y se los debe someter a la ley. Urge que se formule y se apruebe una iniciativa.
Lo que Miguel Ángel Mancera Espinosa comprometió no parece muy difícil de cumplir, considerando que es a los bárbaros guaruras, auténticos orangutanes, improvisados y fantoches que circulan por toda la ciudad, a los que hay que disciplinar, no tanto a sus jefes, en general.
Éstos, se entiende, tienen la necesidad de trasladarse rápidamente de un lugar a otro por su apretada agenda y lo único que deben hacer es dar a sus choferes y guardaespaldas el margen necesario para que los lleven puntualmente a sus compromisos.
Es de dudar, aunque hay excepciones, que quienes los contrataron y les pagan o les son asignados, les pidan que vayan a toda velocidad, infrinjan el reglamento, rebasen peligrosamente, den “cerrones” a los demás automovilistas, arriesguen su vida y la de otras personas y todavía se sientan “ofendidos” porque no les abren paso.
Se puede asumir igualmente que no son los patrones quienes, en algún incidente de tránsito, se muestren dispuestos a sacar armas, liarse a golpes o en una retahíla de ofensas con otros conductores. Aunque, ¡claro!, hay excepciones. Ahí está como funesto ejemplo reciente el del empresario “periodístico”, Rubén Libien, quien sin rubor alguno exhibió el deplorable nivel de su ética y conducta. Quienes atienden lo que dice en sus medios, lo conocen mejor ahora.
Ese nefasto comportamiento es quizá más frecuente en el juniorismo. Es ahí donde quizá pudiera haber algún problema para controlar la incivilidad de los agentes de seguridad privada. Se llevan mejor protectores y protegidos por la edad. Son más compatibles. Son proclives, unos, a la altanería, la prepotencia y la arbitrariedad; otros, a traducirlas en hechos grotescos y violentos con tal de quedar bien con los “hijos de papi”.
Obedecer la ley es deber de todo ciudadano. Pero como no hay reglas que limiten a esos brutos desbocados, el jefe de Gobierno debe presentar una iniciativa para que se legisle. Con las características que tenga, debe contemplar un trato igual para todos. Sin excepciones.
Porque ahí donde éstas se dan, se traducen en privilegios. Y éstos en más abusos que derivan en la impunidad. Finalmente se da la anulación del Derecho y se desata la guerra de todos contra todos. El Estado comienza a languidecer.
Eso es lo que quieren algunos inconscientes. Eso es lo que los gobernantes… deben evitar.
SOTTO VOCE… Con discreción y eficacia, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se anotó un resultado muy positivo de la visita del papa Francisco a México. Su desempeño ha despertado celos y temores entre algunos “competidores” y no sería de dudar que se tradujeran en un golpeteo… El consentimiento que Fernando Castañeda, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, dio para que se construyera una horrenda torre de varios pisos cerca del Espacio Escultórico, en pleno monte de CU, empieza a generar injustos reproches y críticas al doctor José Narro. El frustrado aspirante a sucederlo, quien dice a cuantos quieren escucharlo que tiene un “lugar asegurado” con su ex jefe en la SSA, argumenta que fue el ex rector y no él quien impulsó y/o autorizó la obra. ¿Rigió la política de “haz obra, que algo sobra”? ¿Y con eso piensa dejar “sucesor” ante su inminente relevo?... Armando Quintero Mateos, quien “brilla” con la mortecina luz de un nostálgico del pasado, su pariente y protector, fue atinadamente echado en forma ignominiosa como director de Comunicación Social de la Semarnat por su titular, Rafael Pacciano. Su ineficiencia e ingratitud; deshonestidad e insolencia, lo hicieron insostenible. Con esas cartas de presentación deberá encontrar cerradas todas las puertas que toque. Aunque nunca faltan ingenuos que se dejen impresionar por la labia o por la recomendación. Ojalá que éste no sea el caso.
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@mariobeteta