Andrés Manuel López Obrador, fiel a su costumbre de hacer lo que le venga en gana y obsesionado por gobernar México, ejerce el poder entre el liderazgo de su partido y una parte de la administración. En aquél, quita y pone; en ésta, se da a la tarea de construir escuelas. Esta labor puede ser noble y loable pero, en más de un sentido, es bastante cuestionable.

Lo que haga al interior del organismo de su propiedad, con independencia del posible uso indebido de recursos, se inscribiría forzadamente en un marco legal. Si nadie lo llama a cuentas es porque no puede o no quiere. Así ha sido y nada permite suponer que cambiará.

Pero cuando se inmiscuye en asuntos administrativos, como el de instituir escuelas, las cosas cambian. No tiene ninguna facultad para hacer obra pública, sea del tipo que fuere. Y si la hace, usurpa un poder que nadie le ha conferido. Si como titiritero mueve a sus títeres alcaldes y delegados a placer, podría ser encausado bajo una premisa básica: ¿a quién le confirió la ciudadanía el cargo con su voto?

Con bombo y platillo, el pasado fin de semana se publicó que en Valladolid, Yucatán, se inauguró una de las ocho Escuelas Normales de Morena. Esa institución es bilingüe (maya-español), “privada y gratuita”, la auspició ese partido, o sea AMLO, y su construcción, mantenimiento, mobiliario y el sueldo de los maestros, salió de la aportación de la mitad del salario de los legisladores.

De esas “universidades” no se ofrecen muchos datos. En la información se privilegia el acto de su apertura. Empero, ¿cuánto costó su edificación? ¿Qué inscripción de alumnos tienen? ¿Qué grados escolares se van a cursar? ¿Qué planes y calendarios las van regir? ¿Cuántos maestros van a tener? ¿Cuánto van a ganar? ¿Alcanzará el 50% de las percepciones de los legisladores, asumiendo que sean federales y estatales, para mantenerlas de forma permanente? ¿Es absolutamente seguro que ningún funcionario morenista aportó recursos con un tinte eminentemente partidista?

Más todavía: ¿revisaron las autoridades educativas todos esos factores? ¿Cumplieron las “Escuelas Peje” cada uno de los requisitos para operar? ¿Qué validez y nivel de aceptación laboral tendrán los títulos que extiendan?

Y en el extremo: ¿quién garantiza que en esas instituciones no se va a “educar” para la presión, la revuelta, y hasta el terrorismo? Lo que expresó la coordinadora de Escuelas Universitarias, Raquel Sosa Elízaga, de que “en todas partes habrá Escuelas Universitarias” y de que ahí “los jóvenes podrán levantar su voz para estudiar la carrera de su predilección, y no seguir las indicaciones que el gobierno manda…”, parece contener esa posibilidad.

El hecho de que por el momento se abran ocho planteles en el país: Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco en la Ciudad de México, y Yucatán, Campeche y Tabasco, debería obligar a las autoridades a revisar esas “acciones de gobierno” de López Obrador.

La educación es la única posibilidad de preservación de las sociedades; es la única oportunidad de salvación que tienen cuando han extraviado el camino. Su fomento y mejoramiento son siempre obligados.

Pero es el poder legal y legítimo al que le corresponde hacer esa tarea, no a políticos desesperados, ambiciosos y arrogantes que, como en este caso AMLO, pasa por encima de todo para alimentar su ego y potenciar sus “posibilidades” de ser presidente, que sólo él y sus epígonos creen... a pie juntillas.

SOTTO VOCE… El papa Francisco, quien llegará a México esta tarde, es una incógnita respecto del tono de los pronunciamientos que externará en las distintas ocasiones en que está programado que hable, pero se sabe que será respetuoso del poder político de México y que no viene ni a regañarlo ni a resolverle sus problemas. Más aún, circulan versiones de que nuestro país podría ser la plataforma desde la que ponga en perspectiva la emisión de una encíclica, que seguramente versaría sobre aspectos sociales relevantes… El arquitecto Joaquín Álvarez Ordóñez, presidente de la Asociación Mexicana de Urbanistas, se perfila como uno de los integrantes de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México por el peso que representa el gremio que encabeza, por todo lo que éste tiene que aportar sobre la urbanización de la capital del país y por la seriedad y profesionalismo del ex diputado federal y ex subdirector de Obras del IMSS. Sería una excelente carta… Es de esperar que por prudencia, Eruviel Ávila no use la visita del Pontífice para promover su “candidatura presidencial”. Y por respeto, debería controlar los excesos de sus guaruras y de su “jefe de seguridad”. En cada acto atropellan a todos y se apropian de todo. ¿O será que ya se siente en Los Pinos?... La titular de la Sedatu, Rosario Robles, y el gobernador Alejandro Moreno, dan seguimiento al proyecto de colaboración México-Francia, “Ciudad Sustentable Campeche”, con lo cual esta entidad será un modelo de desarrollo.

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@mariobeteta

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