Pocas veces el poder político en México ha esgrimido la razón de Estado tan fundadamente. Lo hizo en Oaxaca y deshizo un problema de casi un cuarto de siglo.

En esa entidad, la CNTE de la Sección 22 era un Estado dentro de otro Estado. Hoy es pasado y amargo recuerdo. No más concesiones ni cesión a sus chantajes. No más a la imposición de una fuerza a la fuerza máxima, que es la del Estado.

Ese gremio, que se adueñó del sistema educativo en la entidad, estuvo por encima de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón. En total, 23 años. Un infierno. En todos los sentidos.

También sometió a los gobernadores Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz y Gabino Cué. A través del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, sus corruptos y enriquecidos líderes manejaron presupuesto de miles de millones de pesos, asignaron plazas y se apropiaron de las cuotas sindicales. Usurparon al Estado a nivel federal y estatal una de sus facultades esenciales, que es la de educar.

Engreídos, insolentes, sembraron desorden, afectaron el comercio y el turismo, paralizaron todas las actividades cuantas veces tuvieron que hacerlo en Oaxaca y el DF para mantener y acrecentar sus canonjías. Equivocadamente, las autoridades siempre fueron complacientes con ellos y cedieron a cuanto les exigieron.

Acostumbrados a desafiar el poder federal, que al estatal lo pisoteaban, cometieron un error: desconocieron y rechazaron la reforma educativa, paradigma del reformismo estructural del presidente Enrique Peña Nieto. Y se estrellaron.

La razón de Estado llega al extremo en la aplicación de la última ratio, o última razón. Y ésta, considerada objetivamente y expresada en toda su crudeza, es el uso legítimo de la violencia, consustancial a todo Estado legalmente constituido.

Si deciden emprender cualquier acción para tratar de recuperar lo que se les ha ido para siempre, simplemente deberán atenerse a las consecuencias. Se aplicará la ley sin más. Los liderzuelos, instigadores de desorden, desmanes, agresiones, anarquía, bloqueos de vías de comunicación o paros, irán a la cárcel. Más claro, imposible.

Ésta vez, la razón de Estado tuvo como sustento la defensa de la educación. En ese sentido, la desaparición del IEEPO es una decisión eminentemente ético-política. Lo que defiende centralmente es el derecho de los niños a recibir educación.

Con su aplicación, se vela también por la vigencia del orden legal y por la procuración del bien común. En la búsqueda de éste, nada hay más importante que la educación.

Educar es un bien supremo de la política, sobre todo en la democracia. La educación es un primum bonum o primer bien que el poder político no puede dejar de tutelar.

Allanado el obstáculo que representaba en Oaxaca la disidencia magisterial de la Sección 22, deben seguir Michoacán, Guerrero y Chiapas. Con la línea trazada, los docentes de esos estados que se oponen a una de la reformas insignia del régimen, no tienen opción.

A poco más de un mes de que el presidente Enrique Peña Nieto comience su cuarto año de gobierno está demostrando, pese a la existencia de graves problemas, que “tiene al Estado tomado por el Derecho”, que empieza a alcanzar sus objetivos, y que cuenta con la audacia, determinación y fuerza para continuar con el cambio de rumbo que se propuso desde el inicio de su gestión, cuya piedra angular es la reforma educativa.

SOTTO VOCE… “Se fue largo. Se dio prisa. Entró en una fiebre adquisicionista. Tenía poco tiempo y lo aprovechó. Hizo en meses lo que otros hacen en años”, dice a este espacio una fuente cercana al “gobernador” de Guerrero, Rogelio Ortega. Nunca lo soñó, pero accedió a las arcas públicas y afloró su exhibicionismo de “nuevo rico”. Por eso, lo saben y lo comentan los medios y la gente, no se baja del helicóptero oficial. Ha hecho de la Casa Acapulco un centro social que linda con las características de un burdel. La Casa de Gobierno de Chilpancingo sólo le sirve para sus pachangas y hasta le puso a la autora de sus días una masajista particular. Héctor Astudillo lo sucederá pronto. Una fórmula para reafirmar su consenso, sería auditarlo y, caso dado, encausarlo. Es lo menos que merece ese improvisado, irresponsable, cínico desvergonzado de Ortega… Gravísimo yerro el de AMLO, al respaldar a la CNTE e intentar aliarse con ella electoralmente. ¿A quién le hizo caso en la idea de que se pusiera a jugar con fuego? Su necedad y cerrazón lo podrían volver a traicionar.

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@mariobeteta

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