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La parte oriental de Aleppo ha caído ante la avanzada de la coalición de las fuerzas del régimen sirio. La evacuación de civiles y combatientes se acordó el martes por la noche entre Rusia y Turquía [pero no se realizó]. Ciento ochenta mil civiles debían abandonar sus hogares en áreas previamente tomadas por los insurgentes. La política del régimen y de sus aliados es ocupar espacios sin sus habitantes. A pesar de los llamados por el alto el fuego, la batalla continúa. El Consejo de Seguridad fracasó en pasar la resolución el lunes 5 de diciembre que llamaba a una tregua limitada para permitir asistencia humanitaria a la población sitiada.
Un sexto veto ruso y chino fue utilizado, desde el inicio de la crisis siria, pero esta vez no en apoyo al régimen de Bashar al-Assad, sino para apoyar la guerra genocida y la violencia salvaje en contra de los sirios en general y de aquellos en Aleppo en particular. Al mismo tiempo, las reuniones celebradas en las ciudades europeas para llegar a un acuerdo para los civiles y los combatientes en Aleppo no generaron ningún resultado debido a las condiciones rusas. Los rusos parecen estar decididos en su ataque militar hasta el fin.
En una iniciativa cínica, el Ministerio de Defensa ruso emitió un llamado para proporcionar alivio a los civiles en Aleppo mientras que sus aviones y fuerzas golpean la ciudad indiscriminadamente. Informes sobre la ejecución masiva de civiles y combatientes en Aleppo están circulando en los medios de comunicación después la caída de la ciudad.
Aleppo fue masacrada por meses bajo los ojos vigilantes del mundo. Las fuerzas sirias, rusas e iraníes utilizaron todo su poder en contra de un número limitado de insurgentes con una capacidad militar limitada. Todas las instalaciones civiles fueron sometidas sistemáticamente. No quedó ningún hospital para servir a más de 270 mil sitiados por cinco meses sin alimentos ni suministros médicos. El destino de la ciudad está claro desde hace semanas y el presidente Al-Assad está contento por el resultado, considerándolo un punto de inflexión en el conflicto sirio donde restaurará su autoridad sobre todo el país. Sus ilusiones están lejos de la realidad.
El régimen, de acuerdo con CNN, controla menos de la tercera parte de los territorios del país, el número de rebeldes sirios que siguen luchando se estima en alrededor de 150 mil; los poderes regionales opuestos a Al-Assad, tales como Arabia Saudita, Qatar y Turquía, siguen activos en su apoyo a la oposición. Incluso si Al-Assad logra la victoria con el apoyo de sus aliados, el conflicto armado continuará de distintas formas. El Estado no podrá imponer su ley y su orden con tantas milicias deambulando por su territorio.
Para prevenir una solución política al conflicto, que se supone implicaba un cambio significativo en la Constitución siria y las instituciones públicas, el régimen eligió la guerra. Ocho millones de sirios sufren de alguna discapacidad física, tres millones nacieron durante la crisis, siete millones de niños viven en estado de pobreza. Trece millones de personas necesitan asistencia humanitaria; de ellas 5.8 millones son niños, a muchos de los cuales se les niega la escolaridad. Seis millones de personas han tenido que abandonar sus hogares, de acuerdo con Al-Hayat.
Se habla de medio millón de muertos. La infraestructura ha sido destruida y falta mano de obra para proporcionar servicios básicos. Las instituciones del Estado son débiles y su desempeño sufre de un declive catastrófico en calidad y cantidad. Ganar Aleppo no dará fin a la guerra y todo el sufrimiento inhumano no restaurará el dominio de Al-Assad.
Después de Aleppo, todas las violaciones a los derechos humanos en cualquier parte del mundo están justificadas. La ciudad fue destruida bajo la mirada de los gobiernos, organizaciones internacionales, asociaciones de derechos civiles y un número indefinido de grupos y personalidades prominentes a quienes les importa proteger los derechos básicos del ser humano.
A diferencia de Grozny, donde el presidente ruso Vladimir Putin logró sus credenciales al poder después de destruir la ciudad y asesinar a 200 mil personas, y de ocultar todo el crimen a los medios de comunicación por más de un año, Aleppo estuvo en todas las coberturas de los medios de comunicación. Violaciones y asesinatos fueron cometidos enfrente de las cámaras. No solamente el efecto sería perjudicial para los derechos individuales y la autodeterminación alrededor del mundo, sino que el éxito del uso de la fuerza en contra de las aspiraciones legítimas de la gente por la democracia y la libertad llegó en un momento crítico a nivel mundial.
El presidente Putin no será condenado por su política expansionista y su excesivo uso de la fuerza, está ganando popularidad entre los grupos ultranacionalistas europeos y estadounidenses. Desde la revelación del “préstamo” ruso al Frente Nacional Francés, otros partidos extremistas parecen tener alguna conexión con Moscú. La admiración por el estilo de Putin y la política agresiva está creciendo y pronto alcanzará a la Casa Blanca… Algunos lo consideran el líder del Mundo Libre contra el islam y las razas “inferiores”, y él lo demostró en Chechenia y Siria.
Rusia se está convirtiendo en el ejemplo de la verdadera pura nación blanca para los supremacistas, y el protector de la cristiandad y sus valores conservadores. Ahora, Rusia está jugando nuevamente el papel de la antidemocracia liberal de la derecha, después de jugar el mismo papel de la izquierda durante la era soviética.
Después de Aleppo, la oposición siria y sus partidarios deben revisar todas sus políticas y prácticas, su estrategia y sus tácticas.
A pesar de las razones objetivas para sus derrotas, muchos defectos subjetivos deben ser abordados. El levantamiento sirio ganó su legalidad a partir de la política y la naturaleza opresiva del régimen, pero la insurrección armada perdió el contacto con su gente y sus aspiraciones, y perdió su propósito ante la desviación de los extremistas y los conflictos internos.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com