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Es la calma antes de la tormenta. Aleppo no ha sido mencionado últimamente en las noticias. La mayoría de los informes tratan sobre la batalla de Mosul o la preparación para recuperar Al Raqqa, la capital del califato del Estado Islámico al norte de Siria. Lo último sobre la sitiada parte oriental de la ciudad fue el final de un alto el fuego unilateral anunciado por los rusos y el régimen sirio en la noche del viernes 4 de octubre. Las indicaciones sobre la preparación del ataque inminente son claras.
La llamada iniciativa humanitaria para Aleppo no permitió que ningún convoy entregara las muy necesarias medicinas y comida a la población sitiada desde julio. Los corredores para evacuar a los civiles y a los combatientes se quedaron vacíos y sin garantías para el paso seguro prometido. En el mejor de los casos, hubiera sido una forma para vaciar la ciudad y entregársela a sus agresores, como ha sucedido antes en muchas ciudades sirias que cayeron por la táctica de hambruna impuesta por las fuerzas del gobierno en una política llamada “normalización”. Ni los civiles ni los combatientes estaban listos para aceptar la oferta de Bashar al-Assad y Vladimir Putin. El presidente ruso fue claro en su advertencia hacia los rebeldes y los civiles de abandonar la ciudad para el viernes en la noche.
Para el eje Moscú-Damasco-Teherán todos los rebeldes son terroristas, y esta teoría fue siempre expuesta en su maniobra “política”. Todos los esfuerzos políticos fueron infructuosos para justificar al fin la solución militar. Ahora Aleppo se está enfrentando a la amenaza declarada de aplastar a aquello que quede en manos de los rebeldes en la parte oriental.
El primero de este mes, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, acusó a Occidente de fracasar en reprimir a los rebeldes violentos en Siria y dijo que la reanudación de las negociaciones de paz había sido aplazada indefinidamente, acusando a los rebeldes de atacar civiles en Aleppo occidental a pesar de una pausa en los bombardeos aéreos rusos y sirios. Un representante de la oposición siria, Khaled Khoja, reconoció las bajas civiles diciendo que los rebeldes no están atacando civiles, sino al régimen, pero sus bombas no tienen la supuesta precisión, mientras que los rusos y el régimen siempre están atacando civiles, es incomparable.
Respecto a este asunto, una portavoz de derechos humanos de Naciones Unidas dijo que todas las partes luchando por Aleppo pueden estar cometiendo crímenes de guerra por medio de sus ataques indiscriminados en contra de civiles.
La movilización sin precedentes de las fuerzas marítimas rusas en el Mediterráneo Oriental es otra señal de un ataque inminente en Aleppo. El Almirante Kuzentsov, el único portaaviones ruso y el crucero nuclear de batalla Pedro el Grande, junto con otros tres submarinos de la Flota Norte, fueron enviados a la región. La fragata Almirante Grigorovich, con sus misiles Kalibr, que son iguales a los misiles estadounidenses Tomahawk, acorde a The Guardian, fue enviada desde la flota del Mar Negro para unirse a la operación.
El ministro de Defensa ruso expresó su sorpresa por el rechazo de los gobiernos europeos de permitir que los buques de la marina rusa destinados para Siria atracaran en sus puertos mediterráneos para cargarse de gasolina y de suministros. Esta manifestación militar es típica del presidente Vladimir Putin para mostrar su poderío y elevar la moral, pero si las cosas se tornaran serias, su flota quedaría atrapada donde está.
Con todo el ruido de guerra de Rusia, no se detectó ninguna reacción por parte de Estados Unidos. Es tiempo de elección presidencial y una administración que demostró su falta de interés por la crisis siria durante los últimos cinco años no va a mostrar un interés repentino en sus últimas semanas. Incluso los países europeos que levantaron su voz en contra de la tragedia humanitaria en Aleppo el mes pasado están ahora callados. Es como si la ciudad histórica fuera abandonada a su suerte, enfrentando invasores determinados y también así están los sueños de la población siria por una vida democrática, libre y digna en su país, son aplastados por potencias extranjeras e intereses foráneos.
El tiempo es óptimo y conveniente para el régimen de Al-Assad y sus aliados rusos e iraníes para imponer su voluntad por la fuerza en el campo de batalla. No será fácil que un nuevo presidente estadounidense cambie los nuevos hechos en el territorio, incluso si la voluntad está ahí. Aleppo será una ciudad vacía y aplastada como Homs, Hama y los pueblos de la región de Ghouta que rodea Damasco. Será otra víctima del cambio demográfico conducido por el régimen de Al-Assad y sus patrocinadores iraníes desde el primer año del conflicto sirio. Una declaración escandalosa del presidente Al-Assad a corresponsales extranjeros es reveladora. Dijo que el tejido social en Siria está mejor ahora que antes de la guerra. Es un indicador para los millones de refugiados sirios sobre su suerte si triunfa el régimen. Es también una advertencia para los países vecinos que los han recibido, que están ahí para quedarse, y que la paz no revertirá la situación para las víctimas vivas de la guerra. La guerra siria se dirige en la dirección equivocada.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com