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El lunes 23, 80 gobiernos y una docena de líderes mundiales inauguraron la primera Cumbre Mundial Humanitaria de su tipo en Estambul. Únicamente la canciller alemana, Ángela Merkel, atendió por parte de los países del G-7.
La cumbre, convocada por el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, como respuesta a los urgentes desafíos, especialmente en la vecina Siria, fue establecida para que asistieran 6 mil participantes, incluyendo jefes de organizaciones y líderes de sectores privados. Médicos Sin Fronteras desistió de participar en la cumbre, llamándola una “hoja de parra de buenas intenciones”. Según esta organización, la cumbre humanitaria de dos días “pondrá a los Estados en el mismo nivel que organizaciones no gubernamentales y agencias de Naciones Unidas, que no tienen tales poderes u obligaciones”.
De acuerdo con ABC News, Médicos Sin Fronteras dice que al menos 100 miembros de su personal, pacientes y cuidadores fueron asesinados y más de 130 fueron heridos en bombardeos aéreos y ataques de artillería en más de 80 estructuras de salud en 2015 y a principios de 2016.
Hospitales y médicos en el Medio Oriente y otras partes han sido atacados por el simple hecho de tratar a la gente en ambas partes del conflicto. Tratar a pacientes en zonas de guerra se ha vuelto tan peligroso que algunos hospitales se han hecho clandestinos y los residentes en algunas comunidades en Siria han protestado en contra de los esfuerzos para reabrir hospitales bombardeados para evitar ser golpeados nuevamente.
El 27 de abril, la fuerza aérea siria atacó el hospital Al-Quds en Aleppo, matando a 27 personas, entre ellas al Dr. Mohammed Wassim Moaz, el último pediatra de la ciudad que estaba ofreciendo esperanza y tratamiento a miles de niños y sus padres. Este ataque y cientos de otros similares, han transformado el símbolo universalmente reconocido de la Cruz Roja, que se supone ofrece protección y seguridad, en un objetivo mortal y ha expuesto la crueldad de ciertos regímenes y el fracaso de la comunidad internacional para prevenir y sancionar tales crímenes.
El gobierno de Bashar al-Assad niega apuntar a hospitales u otras áreas civiles, pero el representante de Siria en Naciones Unidas, Bashar Ja’afari, ha acusado a Médicos Sin Fronteras (MSF) de ser espías franceses y dijo que deberían ser culpados por los ataques a sus instalaciones porque están operando en un área no controlada por el gobierno (…).
Rusia también ha sido ligada con los ataques. Sus fuerzas, que han apoyado al presidente sirio, han sido acusadas de atacar intencionalmente hospitales. El ejército de Al-Assad ha sido acusado de atacar deliberadamente objetivos civiles para destrozar la voluntad de la población, hacer inhabitables áreas controladas por los rebeldes y causar que familias se vayan, en una clara política de limpieza demográfica.
Médicos por los Derechos Humanos llama a los ataques en Siria el asalto más extenso y sistemático al cuidado a la salud documentado en la historia reciente. Cerca de 740 doctores y personal médico han sido asesinados en más de 360 ataques en hospitales en Siria durante los últimos cinco años de conflicto, acorde a este grupo. Un estudio del Comité Internacional de la Cruz Roja documentó unos 2 mil 400 ataques en contra de pacientes, personal de salud e instalaciones médicas tan sólo durante el periodo 2012-2014.
El ataque contra el hospital Al-Quds llamó la atención sobre los peligros que enfrentan los trabajadores del cuidado médico en Siria y otros lugares. El hospital de Al-Quds fue reabierto recientemente. Otro doctor voluntario está reemplazando a Moaz. Cuando habló con Associated Press pidió el anonimato, temiendo ser un objetivo. “Si él (Al-Assad) continúa atacando hospitales, nosotros estableceremos hospitales clandestinos… nos vamos a quedar aquí”, dijo.
El régimen, que está ganando fuerza y territorio debido al apoyo incondicional de sus aliados rusos e iraníes, está perdiendo legitimidad y credibilidad cada día dentro del país y en los niveles moral e internacional. ¿Qué clase de victoria será alcanzada?
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com